viernes, 4 de septiembre de 2009
El beso.
-¿Te ha gustado?_ el bar habla solo ante la calle, su música mezclada entre las voces vinoandantes lo refleja hacia la calle como un sitio divertido en medio de la callada noche.
-No me gustan los diálogos secos, sin brillo, de hojalata, no han reflejado el amor como es, no han dado ese matiz de la vida que nos permite respirar._él la mira, ella se esconde tras un copón repleto de refresco con alcohol disimulado.
-Hablas como si supieras qué es el amor._deja un silencio para ensordecerla de pensamientos.
-¿Y tú qué sabes?, me hago a mi misma cada día al levantarme, por momentos robaría tres bancos para sanar mis cuentas con los saldos, pero ya me ves, tranquila, sentada y hablando del amor.
-Veo que te gustan las poesías baratas, te sensibilizas con los diques narcisistas de unos pocos desgraciados con ganas de llamar la atención de las mujeres desesperadas.
-Creo que si esta noche tiene un desesperado, ese eres tú, mi querido._ las máquinas que limpian las aceras se alejan, dejan detrás un húmedo alivio a los pulmones repletos de humo.
-Te dejas pervertir por la idea de consumir hasta hartarte, te creí más contemplativa pero noto en tus miradas que te alejas más y más de mis precepto... una vez más inútil... no entiendo porqué me empeño en encontrar un futuro planificado a la perfección, te hacía más dócil, menos sofisticada y mucho menos fantasma.
-¿Qué dices?
-Lo que oyes, tus modales son precarios, más bien inexistentes, ¿no puedes ver que toda esa gente es infeliz?, míralos, hazme un favor, ¡míralos!, ¿qué encuentras de placentero?, ¿ves algo?, no solo veo seres que ignoran, que nublan las vistas y el pensamiento para aliviar la pena capital de existir por el hecho mismo.
-No me va la filosofía de escritorio y ordenador de última generación.
-Antes no opinabas lo mismo, leías como una condenada a muerte cada una de mis palabras y las hacías leyes vitales, claramente no encontraré el amor.
-Tienes que leer de verdad, interesarte por la mujer, pero de verdad, el narcisista eres tú, capturas con tu misterio poético, eres patético como los seres que desprecias, tus colegas.
-No reniego de mi profesión, reniego de los que siguen una porción inútil de mi profesión.
-¿Quién te has creído?, hablas de verdades, mira cariño, tengo muy claro qué significa existir, no tengo complejos con mi status social, me lo he ganado, no me quejo por el hambre de Asia, India, Medio Oriente, me da igual lo que hagan en el tercer mundo, si manda una logia, una familia, si hay revoluciones o si se muere un Kennedy que parecen no terminar jamás.
-Gracias por la velada, ha sido un placer conocerte, al menos la película tuvo un momento.
-No te vayas.
-¿Por qué voy a quedarme?, no eres compatible conmigo, de nuestro presidente global solo tengo palabras de angustiosa tristeza, de nuestro sistema único guardo rencor por su historia, incluso de la mía, nací en medio del hambre, en la recesión del cincuenta, participé de las revueltas del setenta y seis, fundé un partido político... no tenemos nada de qué hablar, ni siquiera eres guapa, no me gusta cómo miras.
-Tu vacío es similar al mío, comprendes las deficiencias, lo has intentado, ¿modificar un comportamiento indemne?, eres igual de cruel, te vistes con el sudor ajeno, pagas con la misma moneda, te cortas el pelo, te duchas, bebes, eres un completo idiota, adiós. Ah, ¿te duele la cabeza?, es el primer síntoma, ya no puedes contestarme, ¿no?, mira si hay luz, querrás que exista aquél barrio comunista en el cielo, adiós.
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