jueves, 12 de marzo de 2009

El trazo de Montrouge

Solo pido que lleguen los dos hombres con las cintas rojas, es la señal, me preguntarán si tengo un teléfono, yo les contestaré que en el servicio. Estoy en medio de la estación Les Agnettes, suda mi frente mientras oigo los altavoces nombrar otra salida, el reloj enorme y blanco se halla arriba mío dando las seis en punto, es la hora, si no los veo en dos minutos debo desaparecer, los hombres de azul me encontrarán y será el fin de mi viaje. Falta solo un minuto y me sudan ahora los pies, siento los zapatos mojados, acomodo mi cabello húmedo en la cara.
Tocan mi hombro izquierdo, me sobresalto, son ellos, respiro al menos aliviado, ahora comienzan los verdaderos nervios.

-¿Tiene un teléfono?_ yo debo señalar mientras digo mi texto.
-¡En el servicio!_ marchan mientras yo sigo en mi dirección, viro en la primera cabina de periódicos, vuelvo hacia el servicio, los veo entrar hace unos instantes, caminan rectos, parecen gemelos.

Abro la puerta del baño público con toda la naturalidad que puedo, no miro a los lados, solo abro la puerta y espero que no me maten rápido.

-¿Tiene la clave?
-No, no la tengo, solo me han dado cuatro palabras.
-¿Cuales William?_ me ha llamado por mi nombre, lo saben todo.
-El trazo de Montrouge.
-Tienen el trazo._ le dice al otro, su compañero lo mira asustado como si hubiese nombrado a un muerto.
-¿Puedo marcharme?_ debo mantener la postura, debo oler a miedo.
-¡No!, cierra la puerta maldito._ me agarra del cuello con muchas fuerzas, no puedo respirar.
-No he dicho nada, solo soy un pintor más, otro de los cientos que han muerto, por favor no me hagan daño, tengo una familia.
-Calla pintor o te mataré de la peor de las maneras, sufrirás.
-No, eso no, haré lo que pidan, pero eso no, solo soy un pintor más.
-Dirás que no nos has visto, lo sabremos si nos siguen, si sentimos que están detrás nuestro morirás por la ley del talión, de lo contrario vivirás para contarlo, al fin y al cabo solo eres un pintor, quedarán solo unos pocos en todo París. 
-Ellos no los seguirán, lo aseguro.
-Marcha sin mirar hacia atrás o juraremos venganza, nuestra unión ha destruido a miles de los tuyos en la historia, hoy vives pintor.

Soy William Faraday camino recto hacia el centro de la estación, me han dicho que no mire hacia atrás y es eso lo que repito fielmente, los dos hombres de negro han visto el rostro de quién los persigue, no han olido siquiera ha desconfianza, ahora solo debo seguirlos, llevo diez años sin dar con ellos, investigo un serie cronológica de muertes, la referencia, son todos pintores.