viernes, 6 de noviembre de 2009

Las dos puertas falsas.

-¿Te he despertado?, lo siento, es que tengo apuntes, ya sabes... aunque de veras lo siento, ¿me oyes?_los olores se apagaron hacía al menos dos días, lo mismo sucedió con sus oídos, el tacto se había colapsado por el frío y solo le quedaba su imaginación, su tristeza.
-No, bueno sí, entiendo tu agonía, tu impaciencia por redactar, ¿no hay papeles allí?
-Es que estoy en la calle, lo siento María D, es que los arrebatos generan esto. Estoy parado con mi paraguas en medio de la lluvia torrencial que cae sobre tu techo, ¿no lo oyes? Antes de redactar quiero contarte las ocurrencias para relajarme un poco.
-Empieza, yo sabré escribir desde el principio.
-Pero, tú principio no es el mío María D.
-Eso puede ser cierto, pero solo en parte, todas las novelas anteriores comenzaron desde el punto que yo elegí, nunca lo cuestionaste, ¿por qué ahora?
-La lluvia... muevo el paraguas mientras camino para controlar el sonido, le doy un compás, ¿sabes?, marco el ritmo y se crean sinfonías, está bien, no viene al caso pero quería contarte mi manera de oír sin oír.
-No es peculiar, he oído mejores.
-Lo sé, escucha esto María D... seguramente estés en tu cama, recostada, sin querer apuntar nada de lo que diga, pensando en qué termine para poder dormir en paz con tu gato negro y rojo.
-¿Cómo...?
-No hables, déjame... puedo verte, miras tu cuaderno, tú ordenador y la luz comienza a molestarte, me oyes a oscuras como las sentencias de tu consciencia, y te preguntas... ¿por qué dicto órdenes ilógicas a veces?, ¿por qué no comprendo mi naturaleza y la deposito en un ente inexistente?, ¿por qué aguanto por dinero a este escritor frustrado?
-Eso no es verdad Sergi, y...
-No hables... ¿sabes?, estoy detenido frente a dos árboles pequeños y debajo de ellos sobre el asfalto del paseo marítimo hay un charco que supera el radio de los dos juntos, ¿qué veo en ese cuadro simple?, veo al puente protegerlos del agua, ese artificio presuntuoso dando cobijo a la naturaleza amarrada a la artificialidad, pero no veo solo eso, noto que el charco de agua inmóvil, aparentemente, sufre ligeras deformaciones... ya sabes... las ondas, miro aún más atento y anulo el resto de sentidos forzando solo la vista y encuentro los destellos de esas pequeñitas gotas repetirse al azar sobre todo el manto de agua... ese es nuestro universo me dije hace un rato al ver terminarse el viaje de las ondas de una gotita... ahí van otros... y pude comprenderme, no a mi, mi fisionomía o mentalidad, ni mis actos anteriores o presentes, menos mis capacidades... comprendí que ya no existimos, hagamos los que hagamos, somos solo destellos soberbios en un manto de roca que es iluminado por una estrella asesina, no este tiempo, pero ya lo será, y no lo digo por nuestra especie, lo digo por la futura... ¿María D, me oyes?
-... Siempre, no hay día que deje de hacerlo, aunque piense lo que dices, me refiero a las primeras palabras... esto es revelador.
-¿Tú crees?, lo sabemos todos, solo que no miramos, ¿por qué cometeríamos tal acto de desamor por la vida, por el supuesto milagro de la existencia?... mira, acabo de vivir un suceso interesante, simple, pero real, de esa realidad de la que somos parte, no la que te redacto.
-¿Qué ha sucedido, Sergi?
-No es transcendental, no hagamos un río de ese charco... al salir de la función del cine, abrí la puerta de salida como siempre y al caminar me fui percatando de que no había salida, que las persianas del hall de entrada estaban desplegadas, al voltearme -medio desesperado por el inoportuno suceso- descubrí que habían al menos otras setenta personas detrás mío...
-¿Y eso?
-Es que había salido por la puerta equivocada, por la entrada...
-Eres idiota, jajaja, ¿por qué siempre quieres hacerme reír?
-No me empeño, es que sale, es natural.
-Eres terrible.
-Déjame terminar... al salir por la verdadera y tras unas sonrisas y disculpas a medio mundo abrí caminé algo distinto... y tuve una respuesta alentadora, quizás esperanzadora para mi, suena egoísta pero debe serlo en este caso. Mi voluntad, estúpida y sin sentido obtuvo seguidores ciegos por un instante gracias a mi seguridad... eso sí fue revelador, una respuesta que me dejó helado, un momento único que no podré olvidar, fue respirar el mar y los bosques a la vez, fue el calor del roce que tanto deseo después de tanto trabajo, fue inconsciencia pura.
-Así sucedieron las peores crisis de humanidad en la historia.
-Totalmente de acuerdo María D, esa fue mi sensación... ese ganado estaba atado y no por mi, por sus propias limitaciones dentro de un gran marco, ¿me explico?, grandes pensadores enjaulados entre barrotes de papel mental...
-Es una manera de minimizar todo el trabajo de millones de personas mejores que tú.
-Sin dudas... miles de millones de mejores que yo... el ser mejores o peores está dentro de ese marco, ¿me explico ahora?
-... Sí.
-Veo que ya no quieres escucharme.
-No, sí, quiero, te pones un poco pedante, suenas muy distinto, no sé, eres tan cambiante Sergi, pero eso a mi no me incumbe, el escritor que me paga para utilizarme las veinticuatro horas del día eres tú.
-Minimizas tu labor, lo reduces a las cadenas del esclavo.
-Exageras... bien exageras, esa es mi condena, lo acepto, eres un genio, flotas y se sumerges tanto que algún día te va a dar algo... y tengo miedo.
-Naufrago entre ideas... la creatividad es una bofetada al arco iris... debo redactar o moriré sino lo hago.
-Tendremos tiempo algún día... continúa.
-¿Has iniciado mi dictado sin decírmelo?
-No, Sergi, no, lo has iniciado tú y no lo recuerdas.
-... "Abrió la puerta, su niño había destrozado el mantel de dos colores, tenía furia y comenzaba a odiar a su marido, soltó el aire completamente y esperó a que suelte su discurso de venta. -Señora, ¿puedo pasar?_su rostro empalideció e imaginó dos opciones, una fue el acoso de un violador y la otra la concreción de su fantasía más guardada. El encanto del vendedor la obligó a ceder. -Gracias, señora, mi nombre no importa solo quiero dejarle una pregunta, ¿por qué sigue aguantando esta presión insostenible, si no es feliz?_ su fantasía comenzaba de forma distinta pero para el caso le era indiferente, tenía la excusa perfecta, su pregunta tenía una respuesta más que elaborada..."
-¿Te detienes?
-Sí María D, no tengo el valor de continuar, veo tu rostro en ella y el mío en él... ha sido un error, es que la lluvia, el viento que me congela, mi mente está en su apogeo y quiero darle voz, aunque no sea ni siquiera una ínfima parte de lo que escucho aquí dentro.
-No tenía sentido, pero faltaba tiempo, ella pensaba en besarlo y él...
-Él era un mensajero, simplemente eso, toda la parodia del beso fue la intensidad de sus deseos proyectados, él estaba haciendo su trabajo.
-¿Y cuál era su trabajo?
-Comunicarle el advenimiento...
-Ahora escribes sobre nuevas religiones.
-No, ni logias o conspiraciones, se trata... ¿sabes?, vivimos envueltos, en el artificio de nuestro hogar, de nuestro vehículo, del resto de cobijos de la ciudad, incluso de nuestro cuerpo hasta el deterioro y tras eso en uno definitivo que nos albergará por otra brecha de tiempo, esta sí, mucho más larga que nuestra supuesta existencia... sin contar estar envueltos en un manto invisible sobre una superficie rocosa y líquida a la deriva cósmica.
-Hoy resumes el todo por la nada, te has hecho un ser muy..._se quejó María desde la oscuridad a medias de su habitación.
-La adultez es el peor de los males... díselo a Peter Pan.
-Lo haces otra vez, quieres distraerme porque ya lo has dicho, te has limpiado de todos esos pensamientos.
-No es eso María D.
-Deja ya de llamarme así, dime María, ¿tanto cuesta?
-No quiero, yo soy el que paga, el que dicta las normas y tú una subordinada.
-No quise.
-¿No ha querido qué?
-Lastimarte, Sergi.
-Mejor voy a seguir escribiendo mentalmente, aunque se borre con los pasos y los truenos, no importa, al menos existe mientras hablo solo en medio la lluvia.
-No cuelgues...
-Luego te llamo, tengo que terminar "El modesto mensaje de reconciliación"_ los olores volvieron por unos segundos para recordarle que ni los perfumes del centro comercial ni la humedad de sus zapatos podían quitarle la arritmia que le causaba escuchar a María.