viernes, 26 de marzo de 2010

La humedad del mate sin sabor.

-Dame uno sin azúcar, lo lavás en medio minuto, ¡no le tires agua hirviendo!, pará, pará, dejame a mi, mejor lo hago yo, dame el paquete de yerba que está atrás tuyo. La otra puerta, no, la otra, ¡esa!, adentro, atrás del paquete de galletitas, al lado de los fideos, sí, ese._ la humedad recorría la cocina como un ejército de calorías encapsuladas en agua, suspiraron los dos al silenciarse por los sonidos de aquellos disparos innecesarios.
-Bueno, bueno, te ponés muy nerviosa, no soy perfecto, si querés un muñequito de torta te equivocaste de hombre. ¿¡Qué!?, me ponés nervioso de nada._apoyó el paquete a medio vaciar y se sentó apresurado por el dolor de espalda que le provocaba estar de pie durante unos minutos.
-¿Te duele?, si no vas al hospital eso te va a joder todo el cuerpo, no te das cuenta pero es peligroso, de verdad Sebastián, te estoy hablando en serio, no podés seguir así._él estaba morado de contener la respiración, una puntada profunda lo inmovilizaba, quería gritarle a la cara todo lo que pensaba pero le era imposible esgrimir siquiera una sílaba suelta.
-La puta madre... ay, lo que duele... dame un mate, dale, ponelo como vos sabés, a ver si me olvido un poco de... dale Caro, hacete uno, dejá de mirarme tanto que me voy a poner rojo por vos y por el dolor, si no termino reventado le paso raspando._soltó sus brazos dejándolos caer libres hasta detenerse en una postura abierta y de descanso, con la cabeza colgando hacia atrás dándole la oportunidad de juntar toda la sangre nuevamente en su cráneo, mientras se le cerraban los ojos por la presión de aguantar la respiración observaba el techo y sus manchas de humedad.
-Tomá, es el primero, te lo tomás por boludo, por necio, insolente, desordenado, descuidado... ¡Sebastián!_él sabía que podía aguantar debajo del agua hasta tres minutos y medio sin perder el conocimiento, alardeaba de su capacidad pulmonar.
-Dos minutos y medio y estoy como una rosa, escuchame... uh, que bien, se me está yendo el dolor, seguro que ya está acá a la vuelta._ella sonríe, sabe que tienen mucho por hablar.
-¿Y?, este está bien amargo, como te gusta, jajaja, te lo merecés por ser tan..._abrió su mano como un girasol frente al sol.
-Tampoco te pases, también me gusta amargo, eh... es un placer casi sexual, lo hacés de una manera imposible de imitar y fácilmente reconocible, tendrías que concursar por el mate de oro._sentía deseo por esa mujer aún sabiendo que su amigo fue quien la había enamorado primero en aquél río de mates y fuegos con guitarras jóvenes. Tenían que hablar y no era precisamente de su tensión sexual no resuelta.
-¡Ey!, vení, volvé, esa bombilla no es un micrófono, ¿a dónde viajaste?, estabas ido, Sebastián, podés empezar, al final es a lo que venimos a esta casa. Tenemos cinco horas hasta que deje de ser seguro._el rostro de Sebastián se endureció finalizando el sorbo con ruido del final, tras un instante de arrebatos fantásticos soltó el aire.
-¿Cinco horas van a estar dando vueltas por acá?_achinó sus ojos por una acidez tardía.
-O más, pero no pienso pasarme un minuto, quieren que lo haga rápido y bien, sabés como son esos enfermitos._su lengua buscó el aire para atraer su atención, ella lo tenía controlado.
-Ya te dije que no tengo nada que ver, Romero es el que puede decirles algo, bueno, podía, no sé qué mierda pasa pero yo no tengo nada que ver, ¿me estás escuchando Caro?
-Sí, y mirándote, estás distinto.
-Dejate de boludeces, yo no soy ni quiero ser de ellos, ¡nada de nada!, voy solo, libre y no quiero que me metan en quilombos por gusto. El otro día vi a Parada manejando un taxi y me cagué de risa, ese hijo de puta era un genio de la estrategia, casi me meo cuando lo vi, irreconocible.
-Igual no era él, ¿no lo pensaste, Sebastián?
-Era él, tenía que ser él, ese bigote... bueno ahora dudo un poco... ¡era él, dejame de joder!, ¿Qué mierda hago acá?, me quiero pirar ya.
-No puede ser, decime algo, por todo lo hicimos antes, no tires todo a la mierda, vamos a tener tiempo para relajarnos más adelante, ahora decime algo.
-No serás tan... no me estarán escuchando... decime que no, ¡Caro!, ¿me...?, no me jodas, te pienso matar, ¡forros de mierda!, ¡voy a matarla ahora mismo, se creen que no sé lo que quieren de mi!, cagones, cobardes, putos de mierda, los tengo a todos en una buena lista, los tengo bien guardaditos, agachate pelotuda, agachate, ¿te pansabas que con dos mates de mierda ibas a usarme?, chupá puta de mierda, hace tiempo que te veo ahí, me la vas a chupar, ¿estás con el flaco Hernani?, ¡Hernani!, va para vos forro, dale, chupá putita... no hablás tanto eh, ¿te dan órdenes?, como no me la chupes te hago puré, dale... ¿ves?, estás hecha para esto, te encanta... tomatela, andate la concha de tu madre, tomatela, cuento hasta diez, si te veo acá morís.
-Estás equivocado Sebastián, yo... no es lo que...
-¡Andate hija de puta!, ¿me metés acá para que me expriman como a los otros cincuenta mil?, deciles que mi lista es la piedra angular del nuevo comienzo, va a destrozar al sistema como nada lo hizo en los últimos dos mil años, morirán de a millones, está escrito Carolina, no hay pactos, ni amnistías, la sangre será la tinta de los nuevos artistas... voy a regenerarme en otro... lo verás... esto no va a a quedar así.
-No es lo que..._un tiro estalla los critales de las dos ventanas junto a la puerta trasera, otro agujerea la madera vieja y corroída... Carolina muere por la tercera... Sebastián simplemente suspira, como si su aire fuese gasolina y el mechero el próximo disparo, piensa es estallar, solo piensa en escapar, ella era un mal menor, al menos frente a lo que se aproximaba lentamente y rodeaba la casa.
-¿Me siguen escuchando?, puedo oírlos, no les tengo miedo, voy a morir, y en unos instantes, no van a saber nada, pero nada, ni cuando ni donde, cuando menos los esperen los poderes se desmantelarán como sus flotas de aviones inútiles contra el viento y las mareas... la fertilidad de la tierra está fuera de cuestión... títeres.