miércoles, 28 de enero de 2009

Gloster Hill.

Es curioso como los pensamientos retraen mis retinas y no me dejan ver lo que realmente está sucediendo.
Tiene su mano azul intenso de tanto escribir, su pluma gotea y deja sus restos sobre la tela que ahora va a cubrirla.
Tengo su sonrisa ahora mismo, siempre nos dijo que cuando suceda simplemente la dejemos en el bosque, recostada y con su música. Siempre reímos de lo mismo cuando íbamos a dormir y hablábamos en la oscuridad con mis hermanos.
El día ha llegado y no sé qué es lo que va a suceder.
Sus últimas palabras estaban teñidas de partes de nuestro escritor favorito, porque no podía evitar ser ellos mientras terminaba sus libros.
Me hablaron de este momento, se que fue hace unos años y fue entre sonrisas también, es que reíamos muchísimo, porque no éramos felices.
Éramos Cínicos.
La tinta recorre unos centímetros diluyéndose, perdiendo su consistencia hasta llegar al punto, no miro en ella la culpa de todo el mal, sino, comprendo que todos los puntos en que ella me habló fueron exactos y símiles, creo que ella lo tenía planeado hace mucho tiempo.
No siento rencor.
La campa increíblemente verde refleja toda la luz en la ventana, Gloster Hill sigue despejada como si ella, la ciudad, hubiese pedido a todos los granjeros que no ocupen el gran camino.
Suena la puerta, la oigo muy cerca.
Son ellos, los granjeros que quieren verle los ojos grises, porque esperaban este momento más que yo, solo vienen a comprobar si su vida se ha extinguido.
Uno de ellos habla.
-Solo faltan dos personas de Riverside Park. Nuestra intención es darle santa sepultura en el jardín de la capilla de Acklinton Street.
-Eso no corresponde a la verdad, yo se lo que quería y pienso llevarlo a cabo hoy mismo.
-Tu no la conoces como crees, déjanos llevarla y todo acabara bien, tienes sus tierras y todo su dinero, eres el único que ha sobrevivido a su mala vida.
-No es eso.
-Es exactamente eso lo que te motivará a dejarnos en paz.
Ellos son quienes incendiaron el cuarto de Hitan hace 30 años y ahora se la llevan. Gloster Hill es un pueblo de enfermos y de escritores. Odiaban lo que hacía y siguen odiándola tanto que quieren que su cuerpo se descomponga en el jardín, donde todo comenzó.
-No dejare que se la lleven.
-Ya lo has hecho.
La tinta ha dejado el punto fresco, todo el cuarto se encuentra repleto de líneas iluminadas desvela el movimiento de su cuerpo, no he sabido defenderla, no sé cuando han tomado acción.
No hay nadie más que yo y un cúmulo de papeles que me darán vida segura.
No tengo nada que hacer, soy un inútil acomodado, soy un organismo que no genera nada, soy un ser estacionario, soy solo una mirada al monte.