viernes, 13 de febrero de 2009

Etienne Vallois.

Había leído las últimas letras de aquél lúcido y necesitaba seguir leyéndolo. Los libros estaban apilados a su lado formando una torre imperfecta, como la naturaleza.
Pensó:- Debo lograr conseguir más libros, al menos artículos, no puede morir tan rápido para mí, algunas personas saben dejar de leer y a su vez dejar morir a sus escritores, a los muertos al menos. Estoy realmente cansado de escuchar la misma entrevista una y otra vez, me halagan sus pensamientos, es amigable, tiene buen tono de voz y la proyecta muy bien, pero no habla como escribe. ¿Qué escritor habla como escribe?, quizás los geólogos o los físicos en sus ensayos, pero mis escritores no hablan como escriben. Me habló Joelle de unos manuscritos que hay guardados en la pequeña casa, a las afueras de Nantes, tengo dos horas en coche, y una imperiosa necesidad de leer más obra, si no lo hago morirá, seguramente lo hará, ya nadie lee sus textos, al menos no lo hacen de principio a fin. Tengo dos opciones, viajar en coche dos horas a Nantes, no ir a la oficina, pensar lo peor al no ir, perder mi única fuente-puente a mis deseos anteriores. 

La habitación recién pintada olía a plástico, había cajas marrones y juguetes en ellas, no hacía mas que guardar juguetes.
Pensó:- Voy a extrañarte precioso mío, tu olor, tu ropita, tus abrazos, estoy orgullosa de quién soy, cumplir mis deseos anteriores era tarea de la ambición pero tú has deshecho todo y has magnificado mi felicidad, no puedo perdonarme haber pensado al principio en dejarte antes que nazcas, tu padre no era el futuro que pensaba, poco a poco noto mejorías, serás tú dándole vida. 
(Sonó el timbre del portal.)  
Habló: ¡Fabien!, hijo ¿Cómo te ha ido en el colegio?, falta muy poco para leer, podrás compartir con tu padre el don de la lectura, hijo, me miras triste, ¿me has extrañado?, ven, si, lo que quieras, ve a bañarte que mientras preparo la merienda.

Las dos horas se hicieron tres y un cuarto, Nantes no era exactamente lo que pensaba, al menos no lo que describió así, su autor en aquellos años. Por el contrario encontró una ciudad industrial y sucia, fue se primera impresión visual. Aparcó su coche en el barrio La Sinière.
Pensó: Será difícil encontrar su pequeña casa en este paraje, ¿Quién habitará su habitación?, espero que sea familia suya. Ahora viene lo que no tengo planeado, y si es familiar, ¿aceptarán a un grato desconocido? peor aún, ¿me copiarán algún texto?, no entiendo como puedo ser tan impulsivo, siempre fui exactamente igual, primero impulsivo luego reflexivo, y al final la suerte lo resuelve todo, aunque naturalmente no crea en ella. Están hablando de mí, siento que en la oficina me recuerdan, se preguntarán que hago hoy, puede ser, si vuelvo me quedan tres horas de trabajo, lo que representaría seis horas tarde, si vuelvo en una hora, duermo bien y voy mañana alego un malestar, debería de ir al hospital a la madrugada a que me firmen un baja de horas, algo es algo, y no, nada, supongo. que hago, que hago, que hago, que digo, que digo, que digo, pero si toco el timbre y sonrío no me abrirán siquiera, que hago, que digo, voy a presentarme como fontanero, tengo una gorra azul, el maletín es marrón y de cuero pero no creo que noten diferencia. Si son ancianos abrirán la puerta y podré investigar, es mi última oportunidad para obtener sus escritos, me da igual si son buenos substanciales o una mierda, los leeré palabra por palabra dilatando el tiempo de lectura, sin falsear mi acción, solo ralentizándola, debo encajar la última palabra con la primera de mi hijo, así vivirá otra vida más, espero que Fabien no la interrumpa en su adolescencia, mi padre hizo lo imposible para que no apartase la mirada de las hojas, su obra es realmente para una vida completa y plena. Perdí horas de amistad, horas de sexo, bueno minutos de sexo, pero también perdí mi obra, me dediqué a leer y comprender su obra, no pretendo lo mismo de Fabien, simplemente que la lea, es un legado, otros dejan relojes de oro, piano con teclas húmedas y desafinadas.
(tocó el timbre) (una joven abrió su puerta, detrás un joven sonriente rubio y atlético.)
Habló: Nada, perdonen, creí que encontraría a unos ancianos... y ... pensé que... gracias... es que me he equivocado, he venido de San Sebastián conduciendo... una estupidez mía, quizás pierda mi trabajo por esto, lamento molestar, creí que aquí encontraría unos textos que no fueron publicados de un gran escritor, mi gran escritor... debo marchar, perdonen por la molestia.
Pensó: Sigo siendo el mismo impulsivo, no gano mas que disgustos siempre, ahora dos horas de vuelta, espero que Joelle no se percate de mi estúpido viaje. 
Condujo por la carretera una hora hasta que encontró una solución a su problema, sonrió, era vital que Fabien comience la lectura, era tiempo de escribir, una etapa interesante para impregnar su visión entre las hojas y la tinta, aunque eso significa hacer daño al mundo. Llegó sobre la tarde noche, Joelle lo esperó en la sala leyendo una historia breve de un maldito.
Hablaron: -Hola cariño, ¿dónde has estado? y no me mientas, no quiero ver tus labios inferiores hacia abajo, mírame a los ojos, ¿Qué has hecho? estoy leyendo el cuarto relato, eso significa que has llegado una hora y unos minutos más tarde de lo habitual.
- Ese es el problema, lo habitual, mi amor solo he estado viajando, creí poder conseguir algo muy valioso.
- ¿No serán esos benditos textos que comenté el otro día?
- Si, he pensado en mi mundo ideal de las teorías, que si los conseguía, podría estirar el tiempo de mi lectura hasta que Fabien comience a leer fluidamente así yo podría continuar con la tradición.
- No quise decírtelo, era una sorpresa, ¡pero eres tan impulsivo a veces!
- Lo sé. ¿qué?, ¿de qué hablas?
- ¡Los textos!, si fueron editados, tu padre no llegó a conocerlos porque fue un tirada de 133 ejemplares de colección, en su momento fueron muy promocionados por el misterio posterior a la muerte, pero creo que no fue mas que marketing antiguo. Buscando durante algún tiempo pude dar con una persona en Nantes que había heredado de su abuelo uno de los 133 ejemplares, quizás sea el único que sobreviva. Yo con el uso indebido, por cierto, del aquél marketing antiguo hice lo mismo, te conté una historia algo verdadera y falsa, no creí que harías tal hazaña, igual no me sorprendes.
- Quiere decir que los tienes, ¿qué podré leer unas últimas palabras? 
- Si, pero hoy no.
- Ya no importa, comenzaré con los preparativos de mi novela, llevo tanto tiempo esperando este momento.
- Fabien está preparado... ¿cariño?
- Si amor.
- ¿Qué escribirás?
- Lo que dicten mis pensamientos, hoy es un día feliz.
- ¿Cariño?
- Si amor.
- ¿Has ido a la oficina de patentes hoy?
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