martes, 22 de septiembre de 2009

Arjé

Capítulo primero.

Boris me había hablado del número de Auvernia en la universidad, suponía que era una de las cientos de invenciones que fabricó para entretenerme en el campamento de verano. Hace dos noches que no concilio el estado de armonía, no duermo a causa de los números, Boris ha muerto y mi vida carece de sentido. Puedo, aunque lo intento en demasía, puedo imaginarlo sonreír, nada más alejado de la realidad, es un invento para intentar minimizar el daño. ¡Boris está muerto, mierda!, lo tengo planeado, atacaré cuando el sol despierte, volarán como plumas sueltas, era verdad, y yo lo creía un mentiroso, ¡existen!, ¿por qué existen?, estaría ahora conmigo, Boris, todos han muerto, ¿qué he hecho?

-¡Gilles, hemos acordonado el bosque, no tienes posibilidad de sobrevivir!, te suministraremos la medicina.
-¡Qué se vayan o detono!, no doy más advertencias, hablo muy en serio Proust, ¡o se marchan o detono!
-No existe, es irreal, te ha manipulado, Boris vive._ No puede ser posible, si yo mismo...


72 horas antes.


-¿Tienes la bomba, Gilles?
-Aquí está, Boris.
-Perfecto, vas a oirme muy bien lo que voy a decirte, ¿estás atento, Gilles?_asintió con la cabeza olvidando sus recuerdos de la niñez, sus sueños se apagaron para arropar a uno único... 
-En tus manos tienes el futuro, ¿me oyes?, aunque no me lo creas, pronto comprenderás de lo que voy hablarte.
-Me das miedo Boris, ¿de qué hablas?
-Es importante que guardes silencio, voy a enseñarte algo que te modificará para siempre, pero primero tienes que jurarme algo.
-¿Qué es tan importante?, vamos, hemos quedado en el primer hilo dentro de un cuarto de hora.
-¡Olvídate de eso!, tienes que escucharme, me ha llevado años recomponerlo y guardarlo del mundo, nada se asemeja a lo que conocerás.
-¡Déjate de tanto misterio y suéltalo que no hay tiempo, Boris!
-¿Es qué no me oyes?, ¿¡no estás atento!?
-No me grites, ¡no me grites!, ¡na-die- me - gri-ta! 
-Yo sí, soy tu propia sangre.
-¡No, no lo eres, Boris!
-Lo soy, ni tú ni nadie va a cambiarlo, te he elegido sin saber de tus habilidades.
-¿Qué habilidades?, la única que se me da bien es follar como un...
-¡Cállate!, ¡es suficiente!_golpeó su pecho con el puño abierto, Gilles tosió quitando la tensión superficial que lo sofocaba, la bomba debía llegar al destino y su amigo no hacía más que hablar.-lo que voy a enseñarte contiene lo inexplorado, nada se asemeja.
-¡Ya lo has dicho!, ve al puto grano.
-Es que tu impaciencia te hace tan irritable Gilles, voy a golpearte, ¡calla un poco! detrás de esa mesa están las respuestas, nada será igual._ Boris le señaló el área en donde había dos cajas una encima de la otra junto a un escritorio despintado, desenfundó el arma de su cintura y la colocó en su cabeza.-Nada será igual, Boris, nada._su amigo volteó al oir el martillo de su arma. 
-¡No, no lo hagas!, ¿qué mierda ocurre, Boris?, ¡Boris!_al percatarse de tamaña acción inesperada disparó a la muñeca de Boris para evitar la detonación, nadie pudo detenerlo, la desesperación eligió por el y la consecuencia desató la furia del aleteo de una noble mariposa en un estanque. Por un instante pudo ver como el tendón al que disparó ejecutó la tensión del tendón que efectuó el disparo contra su cabeza. El estallido desperdigó restos de su amigo y éste acompañado de la fuerza del impacto cayó contra el cristal de la ventana cayendo durante nueve plantas sobre la avenida Niel. Pudo oirlo perfectamente crujir contra la ciudad, los gritos y los frenazos automáticos se elevaron como hojas queriendo escapar al espacio, Gilles cayó de bruces preguntándose qué había hecho. Tras unos segundos de una lentitud pasmosa recordó las últimas palabras  como un consejo omnipresente y atormentador que se repitió hasta provocar desde su volcán interior una furia desmedida hacia el mundo real.-¡No!, ¡no!, ¿¡Boris!?, no es cierto, no es cierto, no puede ser real, ¡calla hijo de puta!, ¡calla de una puta vez! La constante insistencia lo obligó a acercarse a las cajas junto al escritorio despintado, todavía tenía su arma amarrada fuertemente en señal de protección. Se detuvo con las lágrimas provocándole ardor en los labios, elevó su mirada al techo aspirando todo el aire hasta toser, golpeó su pecho hasta que el silencio se adueño de su presente. En la ventana las luces destellaban como disparos en la guerra nocturna, nada podía oír, recorrió el dibujo de la luz hasta que esta se encontró en la oscuridad mezclándose, uniéndose. Sonrió encogiendo los hombros y en medio de la espuma silenciosa y móvil de la realidad retomó su especial atención 
a las cajas. Notó que la etiqueta blanca se repetía en las dos cajas y que era una nota cortada, una cita que asoció rápidamente a una tarde de universidad con Boris. Se acercó a la caja sin necesitar la luz para su lectura, el silencio le permitió agudizar su sentido hábilmente. Las cajas decían:

<<Es sencillo buscar correspondencias entre tipos de sociedades y tipos de máquinas, no porque las máquinas sean determinantes, sino porque expresan las formaciones sociales que las han originado y que las utilizan. Las antiguas sociedades de soberanía operaban con máquinas simples, palancas, poleas, relojes; - Las sociedades disciplinarias posteriores se equiparon con máquinas energéticas, con el riesgo pasivo de la entropía y el riesgo activo del sabotaje; las sociedades de control actúan mediante máquinas de un tercer tipo, máquinas informáticas y ordenadores cuyo riesgo pasivo son las interferencias y cuyo riesgo activo son la piratería y la inoculación de virus. No es solamente una evolución tecnológica, es una profunda mutación del capitalismo.>>

No pudo contener el entusiasmo. La vibración del teléfono lo ubicó temporalmente en los planes sin cargar con las modificaciones evidentes.

-¿Boris, dónde están?
-Boris se ha ido.
-¿Quién eres?
-Gilles, Boris ha abortado la misión y yo también, no puedo dar razones, lo lamento.
-¿Cómo qué...?_ lanzó el aparato al suelo destrozándolo por completo con su bota.