martes, 15 de septiembre de 2009

La clemencia de Bryson.

-No voy a cuestionar tu autoridad, pero debes callar tus voces que gobiernan allí dentro._su dedo presionaba con la actitud sospechosa de una amenaza.
-Es hablar por hablar, mientras en estos momentos el mundo escribe las sentencias históricas tú te ocupas de un simple activista._quitó las gotas de su piel, su saliva había dejado un rastro líquido de sus palabras.
-Debes entrar en razón  Wes, no es momento para limpiar tus actitudes con sonrisas  encarpetadas en un altillo impenetrable, ¡habla maldito!, ¿activista?, ¿ese es el nombre de la nueva inteligencia militar?_golpeó con la energía de un caballo su ojo derecho, la sangre se imprimió en su chaqueta.
-Soy un activista por obligación, la OMC, OMS y el resto de empresas liberales están volviendo a nuestra sociedad insana, infernal._su boca se detuvo mientras Wes pretendía continuar.
-Wes, vienes a nosotros por alguna razón más profunda, ¡no cambiarás el destino de las economías del mundo eliminando la superficie de lunar, detrás hay mucho interés dispuesto a limpiar sin mancharse las manos. Por última vez, ¿qué has hecho?, ¿dónde piensan atacar?, tenemos muchos frentes abiertos, morirán civiles Wes, ¡morirán por ti!_ dio una señal para que sus dos compañeros se retiraran de la habitación del hotel.-Puedes decírmelo._se arrodilló para encomendarse a su Dios mientras esperaba la respuesta.
-Te conozco Dietrich, vas a matarme en dos minutos, puedo contar tus pulsaciones, explicarte las vibraciones y el calor que emana tu cuerpo, el miedo que sientes ante el futuro, puedo incluso decirte que tus dos hijas anoche te dieron un regalo, ¿lo recuerdas?, estás implicado mi amigo, eres de los nuestros._sus ojos buscaron los de Wes, el estupor lo envolvió en una nube de cuerpos sin terminaciones nerviosas, el edificio completo posaba sobre su espalda.
-¿¡Qué has hecho!?_ saltó sin medir las consecuencias hacia la silla en donde reposaba Wes maniatado y ensangrentado por los golpes anteriores.
-Ya no tienes nada que hacer, tus hijas te dieron la clave, ¿crees vivir en la burbuja que te aísla en las próximas décadas?, el futuro ha cambiado Dietrich. Si me tocas una vez más, desearás la muerte antes que a tus hijas. Escúchame, no eres nuestro objetivo, ni siquiera el presidente, ni los tres que tiene detrás en estos momentos.
-Morirás, ¿no lo ves?, luchas por algo que está perdido, el anarquismo es teoría desclasificada, no hay nada que puedas hacer en contra de los intereses globales.
-Qué equivocado estás Dietrich, el núcleo está a punto de resquebrajarse por completo, el dinero electrónico no servirá en unos minutos, el apagón tecnológico será en un cuarto de hora, querrás morir si no me ayudas, es solo el principio. Seguirán las listas de poder, los buques factoría que creen tener a salvo con los servidores dinámicos ya están tomados desde hace al menos dos años, nuestros tentáculos son algo más pretenciosos. Diles que todo sigue bien, ordena la inspección en las habitaciones 46, 245 y 357. 
-Son mis hombres.
-Tus hijas pesan más en la balanza de tu justicia, ¿verdad, Dietrich?_ abrió la puerta y les ordenó requisar todo objeto relacionado a la investigación.
-¿Qué quieres?, mis hijas están protegidas desde hace tiempo, si ahora te corto esa puta lengua nadie hará nada, ¿qué dices, Wes?
-Que eres un pobre hombre Dietrich, tu familia ya es nuestra a menos que no hagas lo que diga.
-Mis hijas..._ miró su teléfono móvil.
-No lo intentes, si llamas mueren, tienes el regalo en tu bolsillo derecho, ya tienen controlado el corredor, suéltame y baja a la habitación 46, diles que sigo aquí, yo seguiré, me verás, pero ya no estaré, ahora graba en tu mente esta secuencia numérica... 73, 22, 84 te darán las instrucciones, no dudes, no te comuniques, no hará falta que pienses en las consecuencias, si lo haces bien, serás parte del nuevo comienzo.
-Con violencia deja de ser lícito.
-Eso mismo digo mi amigo, solo es la violencia natural... ¡suéltame!_ crujió sus dedos, frotó sus manos y se cacheteó a si mismo, bostezó y con una señal obligó a Dietrich retirarse. Mientras avanzaba, las luces se apagaron.