lunes, 21 de septiembre de 2009

El instante de la memoria.

-Vane, guapa, ¿cómo estás?, te extraño.
-En una hora voy al hospital.
-Va a salir todo bien, no te preocupes, es un bulto, es quitarlo, ¿qué te han dicho en el bar?
-Nada, cogeré la baja cinco días, me van a odiar mis compañeros, pero no puedo dejarme estar.
-De eso nada, y tienes la fecha, es la hostia, hay gente que cree que ocuparse de la salud es pasarse de listo. Yo tengo un dolor en la espalda muy fuerte, me da cada tanto, pero muy fuerte Vane.
-Qué raro, ¿en los pulmones?
-No, a la altura de la columna, ¡es una pasada!, a veces me quedo en la cama dos o tres horas, no le he dicho nada a mis padres, ya sabes como son.
-Haz algo Ana, no me fío de nada, en estos tiempos te puedes pillar lo que sea, vete al médico de mi familia, lo tienes cerca y es gratis, les aviso a mis padres y ya.
-¡Déjate de jaleos!, no es nada, se me pasará, bueno, vete ya que sino no llegas, ¿te lleva Javi?
-Está al lado mío, me hace muecas para que te salude, dice que siempre me olvido de decirte.
-Es cansino el tío, dile que te cuide y te mime mucho, te llamo luego de la operación, avísale a Javi, ¿vale?
-Está bien.
-¿Tienes miedo Vane?
-Anoche fue peor, no he dormido nada.
-Venga que quedan horas y luego a disfrutar, a cambiar la actitud que vienes con una racha bastante chunga.
-¡Ni que lo digas!, un beso, y vete al médico, ahora mimos llamo a mi padre.
-Solo porque tú lo dices, ¿no se creerán que soy una...?
-¡Venga ya!, calla un poco, qué mujer por Dios, al final voy a viajar para darte una... jajaja. 
-Suerte, que vaya todo perfecto Vane, hablamos.
-No te sientas mal, luego Javi te cuenta porque yo seguro que voy a estar con un humor de vieja de pueblo.
-Jajaja, ya lo eres... jajaja, besos.

Al siguiente mes.

-¿Duele?
-Nada, ¿por?
-Has tenido mucha suerte.
-Sí, bueno en el bar no tanto pero me ha venido como anillo al dedo, he vuelto al supermercado y me tienen como a una reina.
-Eso si que es suerte Vane.
-¿Qué tienes?, suenas rara.
-No es nada.
-¡Venga, suelta!, fijo que tienes algo. 
-Te he dicho que no es nada, ¿le han pagado los morosos a Javi?
-¡Y yo que sé!, suelta, no me cambies de tema Ana, ¿somos mejores amigas o no?
-Qué pesada eres tía.
-Hacías lo mismo cuando tu madre me regalaba algo.
-Es lo que te conté la otra vez.
-¿Te ha llamado de vuelta el amigo de Albert?
-Nada de movidas así, te he contado que tenía unas puntadas muy fuertes en la columna.
-¿Y qué?, está solucionado.
-Nada de eso, te mentí para no ir a tu médico, al principio por no alarmar a nadie, ya sabes el pueblo lo que es, al otro día tenía a todas las familias encima. No me dejó de doler nunca, una noche me caí por las escaleras del dolor, no podía ni caminar, ¡fue horrible!, mis padres me llevaron al hospital, y la enfermera se puso pesada con el tema de las drogas, luego con la bulimia, en fin fue tan pesada que le solté el rollo ese del dolor, me hicieron unas placas, luego un escáner y al final una ecografía.
-¿Y qué?
-Resulta que tengo algo similar a lo tuyo en el hombro.
-No me jodas.
-No, no te jodo Vane, estoy que no me lo creo, no lo sabe nadie, hoy pienso decírselo a la familia.
-¿Es necesario que lo cuentes?, no será nada, bueno la operación un poco más compleja pero nada más, tienes que pensar bien.
-Vane.
-¿Qué, Ana?
-Tengo Cáncer.

A la semana.

-¿Cómo está?
-Durmiendo, muy tranquila, llevamos tres días sin dormir Vanesa, estamos desesperados.
-Va a salir bien Carmen, es cuestión de tiempo, es una luchadora.
-Eso esperamos hija, sino nos marchamos con ella, ¡no es justo!, estamos en el infierno.
-Lo lamento mucho, ¿te han dicho algo los médicos?
-Lo de siempre, al final todos me dicen la mitad de las cosas, yo veo que hablan por horas con mi marido y luego el me da dos palabras para que no me altere, ¡no soy tonta!, sé lo que está pasando mi niña, no es justo, quiero que me lleve a mi, no es natural...
-Cuanto lo siento Carmen,  no llores, se va a recuperar, hazme caso, confía, Teo te dice poco para que no se lo trasmitas a Ana, estoy completamente segura de que te dice la verdad.
-Hija, conozco a mi marido, sé muy bien lo que dicen sus ojos.

Al mes siguiente.

-¡No doy más!, me están taladrando el cerebro esos ancianos, no hacen más que contarme una y otra vez la misma insignificante historia. Encima no sé que pasa hoy que vienen todos juntos.
-¡Qué exagerado eres!
-¿Y tú, Vane?
-Poco, han venido dos parejas, tomaron unos cafés y poco más, me duelen un poco las piernas. Te queda bien ese corte de pelo, te hace más fuerte, más, no sé, ¿hombre?
-¡Qué mala eres!, quizás lo use un tiempo así, sigo siendo guapo como siempre.
-¡Calla, calla!, ¿guapo?, venga ya, eres del montón.
-Gracias, y tú.
-Es la verdad.
-Oye, me acabo de acordar y no te he preguntado, ¿qué tal va tu amiga?
-Murió... hace tiempo ya, ¿no lo sabías?
-No, perdona, no he querido, lo lamento con el alma, de veras, no me esperaba que... 
-He llorado mucho... tuvo varios problemas con los pulmones, no pude siquiera despedirla, tenían un terreno para construir una casa, iban a casarse, no quiero ni pensar.
-No sigas, me imagino, no he querido destruir el día que tenías, lo siento.
-Nada, ya está, nada va a ser igual, encima sé mucho menos de lo que fue realmente, nadie dijo nada, la verdad se la llevó a la tumba, al menos me quedan los recuerdos.
-Eso es bonito, Vane.
-¡No, es la peor trampa que existe!, todas las noches cierro los ojos buscando lugares, situaciones con ella, ya sabes, revivir lo que vivimos juntas, y veo solo pinceladas, ni siquiera puedo verla a los ojos, olvidé su cara, no me lo perdono. 
-Más adelante seguro podrás, estás en la tormenta todavía.
-Eso es mentira y lo sabes, luego solo recordaré esa última charla que tuvimos,  y sabes una cosa.
-¿Qué?
-Fue la charla más sincera e idiota que tuvimos, fue una ironía absurda sobre los bultitos que nos unían.