martes, 17 de noviembre de 2009

Jack.

No queda nada de ese niño pretencioso, diría que los colores de ese alba incipiente en la corteza de mi superficie no es más que una imprecisión mundana y orgánica, le deseo lo mismo al resto de niños que se alejaron de sí mismos. Los puedo ver llorando tras las paredes, golpeando sus pechos comprimidos por el silencio gaseoso que les rodea en todas sus existencias. Phillip tenía razón esa tarde en el café Conrad´s, puede ser que suplante algunas de sus frases célebres por unas menos densas o directas, al final los recuerdos son los pilares de mi consciencia, de mi realidad inmediata controlada por el pasado de la experiencia. Era un buen profesor, me duelen los dedos del pie cuando piso, es el frío de mis zapatos, Gregory me ha dicho que es un sitio algo más calmado.

-Perdone, se le han caído las monedas._ huele a humo, el del metro, quizás con algo de humedad y una síntesis de sus días anteriores, de poco aseo.
-No hace falta, voy con prisas, quédeselas._ sufro el aumento de mi olfato como señal hereditaria, en la genética de mi confección pudieron añadir otras particularidades, pero no, soy un observador a la distancia de las partículas suspendidas. Me han golpeado tres personas y seguimos en silencio, no soporto los pensamientos de mi voz interior, que no es esta.
-Hay tres metales tallados, dos caminos, quizás hoy sea su día de suerte, no son mías, usted sabe lo que deja atrás._ quién se ha creído, en media hora van a cuestionarme por enésima vez si soy o no apto para enseñarles a esos críos de laboratorio capitalista, si es o no el universo una concepción natural, espiritual o científica.
-Gracias pero no, voy con prisas, usted mismo, alguien hará de ellas un uso particular, hace frío._el silencio de sirenas, pisadas, un silencio de telas enfrentadas sin colores, de partículas en el aire de mi territorio móvil. Ha desaparecido, es un... ¿y si es verdad?, dejar dos caminos atrás, ¿eso ha dicho?, no voy a sucumbir al café, no otra vez, veinte minutos, odio el tiempo, la predicción es exacta, dejo atrás todo para reunirme en mi realidad presente, en la tristeza de reconocer mi pequeñez, alfeñiques somos todos, ese idiota que escucha su música y cree estar sobrepasando a la anciana, ella está delante de todas sus corridas futuras, morirán los dos... el pasado es un barrote sin ventanas, más bien un cristal de doble capa, ¿qué pasado dejo atrás?, ¿la prisión del alumno enfermo por mi sinceridad? Me ha chistado esa mujer, no puede ser, ¿sigo siendo atractivo?, me ha mirado a los ojos clavando sus intenciones sexuales de manera explícita, no se lo ha pensado nada, el calor en mi cara. Hay dos valles flotantes, nadaría entre manzanos desnudo, tres minutos, hay tres perfumes mezclados, es patético, las capas de olores se distinguen gusano oscuro, tendrás deudas, tu pasado también me dice algo, iríamos juntos si te lo pidiera. ¿Qué dos caminos?, la dualidad es perfectamente natural, al menos terrícola, experimentaría con sus tetas para sentirme amamantado, seguro, abrigado por la palidez.

-Pase señor, en unos minutos lo atenderá el doctor._ su pendiente tiene una estrella, he pensado en ella sin conocerla, predecir un gusto es algo preocupante, seguramente la he visto en alguna tienda, puede ser, tiene aspecto de barata, sus ojos tiemblan, está anémica.
-Gracias.
-Puede sentarse si lo desea.
-No, prefiero estar parado, me da una visión periférica, suelo aislarme rápidamente._el diálogo me condena, me relaciono perfectamente en el ideal, aunque podría romper esa condición y alentar a mi superficie un buque de intenciones venéreas.
-Aquí estoy Walter, usted primero.
-Es un detalle doctor._ hay tres pétalos en un vaso de cristal templado, serán restos de un ramo que recibió de su amante, tiene la energía de ser un psicótico de doble vida, mi monstruo no come de nadie, es un homicida cautivo por otro, nada más. ¿Cuáles son los dos caminos que dejo atrás?, no lo sé.
-Quítese el abrigo, aquí estamos a salvo Walter.
-Quítese usted las gafas, también está a salvo, no pienso robarle nada a un invidente.
-Puedo ver Walter, solo que mi edad disminuye parcialmente mis facultades, usted sufrirá algunos achaques seguramente... si no quiere no es problema, yo en mi casa no me quito los zapatos hasta llegar a la cama, me ducho con ellos.
-Es mentira, un doctor no puede decir eso.
-¿Qué, Walter?, ¿qué no puede decir un doctor?
-Lo que ha dicho de los zapatos.
-¿Mis zapatos?, qué tienen mis zapatos.
-Que no los quita hasta dormir.
-No he dicho nada.
-Sí ha dicho, habla, lo oigo.
-Ahora, pero antes no, no comprendo Walter, le dicho que estamos a salvo, puede quitarse el abrigo cuando quiera.
-No, eso ha sido antes doctor, ahora... déjelo.
-Mejor así. ¿Tiene alguna nota mental que desea enseñarme, Walter?
-Algunas, aunque podría enumerar otras por prioridades.
-Como lo desee, es su lista, tome este papel, apunte al menos cinco, y luego comentamos los detalles.
-Pormenores.
-Los pormenores, Walter.
-¿He mejorado, doctor?
-Noto un distanciamiento importante con tu anterior vida, lo reflejo semana a semana ante el tribunal médico, mis colegas confían plenamente en su avance, planean darle buenas noticias sobre su caso.
-Mi caso, ¿así le llaman?
-Es su lugar en el diccionario legal.
-Un código, doctor.
-Pues, eso, una encriptación humana.
-Suena más familiar así, usted me cae bien doctor.
-Lea la primer palabra.
-"Camino"_ otra vez el silencio lleno de partículas, la limpieza habitual se mezcla con los muebles y la piel, el sudor frío, seguro tiene un botón de emergencia por si lo mastico mientras lo meo entero.
-Estoy atento, Walter.
-Alguien me dicta mensajes por las personas, doctor, hago preguntas al azar y se responden, no necesito hablar con mis hermanos humanos, ellos hacen el trabajo solos, mandados, dictando caminos. Hoy alguno me habló del pasado, es que no tengo claro cual es el verdadero, hay tanta falsedad en la percepción que no distingo, me atormenta el diálogo cuando no pregunto, el gesto involuntario de mis preguntas mentales.
-Por algo tiene una prescripción médica, elaboramos cócteles adecuados a su estado personal, son evaluaciones profesionales.
-¿Cuánto le ha costado la carrera, doctor?
-Es irrelevante, Walter, puede quitarse abrigo, está sudando.
-Deseo olerme antes que oler.
-¿Qué insinúa?
-Hay mucha higiene, doctor, la química es un instrumento de guerra, debería estar atento.
-¿Puede respirar, Walter?
-Sí, perfectamente. Huelo a residuos, a piel muerta.
-¿El camino se abre o cierra, Walter?
-Sugerente, depende de algo, ese, en la calle, me habló del pasado, esas monedas tenían un valor, en un instante fueron, no lo sé, estoy a punto de decir palabras sin sentido, prefiero irme, mire, estoy listo para no andar con rodeos mientras usted redactar su informe insuficiente al ser supremo que todo lo juzga.
-No puede irse, Walter, quedan treinta minutos de sesión, hoy nos acompañará la doctora Pascal.
-Dígale a esa rubia, que me de un respiro, me sigue desde hace días, tengo ojos en el resto de las personas, algunas me contestan y otras miran por mi, es un dicho popular que se ajusta a medida. Está sentada en la otra sala, tras el espejo disimulado con esos ribetes del siglos anteriores, reconozco una réplica a la distancia. Tendré dañado mi cuerpo de la estancia pero no caigo en juegos absurdos. Desarrollé capacidades con el tiempo, aunque lo odio, por mi haría de los días años, y de los siglos meses, sería algo menos tortuoso. ¿Imagina utilizar un cuerpo averiado durante miles de años?
-¿Es ese su pasado, Walter?
-No podría describirlo, doctor, a veces tienen el aspecto de un huracán, otros de un magma central o del alma, no hace mucho tiempo pensaba en el ánima en un saco de huesos, pero mi singularidad me despierta de tanto en tanto.
-¿Justifica sus errores con su vejez, Walter?
-Desconozco el motivo por el que estoy aquí, la ansiedad es una nota pendiente en su agenda interna, doctor.
-¿A dónde va, Walter?, todavía quedan unos minutos, olvide a la doctora.
-Es imposible, puedo olerla, dígale que su aroma tiene un "camino", puedo... mis palabras son jaulas, trampas._ ¿Qué hay detrás de los escombros de la humanidad atlántica?
-Agua, Walter.
-Ha respondido, Gregory me ha mentido, es usted un transmisor del mismo sujeto repetido en millones de rostros, sus ojos lo han delatado._ sin aire no hay organismo, podría ser una bacteria, evolucionaría lentamente durante miles de años. El frío, dulce néctar de mis labios rosados, esta cojera lleva conmigo una eternidad.
-Tome un caramelo, amigo._el perfume de su barbilla es esclarecedor, llevaba tiempo sin ver un gesto de bondad, ¿Has pensado en darme muerte?
-No, señor, disfruto de mi trabajo._ me has contestado, ¿qué tiene una anciana para que la utilices así?
-Somos parte, señor.
-Tú eres un crío, vete._ cambiará déjalos en paz, quiero dormir, ya basta por hoy, la locura es un mal que aparta, me quieres para ti, prefiero la soledad, todavía tengo mi arma, evitarte, puedo congelarme en el ártico y esperar a que se calcinen o ahoguen, odio el tiempo.