domingo, 10 de enero de 2010

El montador de Utica.

-¿Cómo fue ese día?, me hace pensar mucho en como me miras ahora, no sé, lo que haya cambiado en el camino.
-No hay nada que pueda decirte, sin palabras para decorar algo tan profundo como verte llegar a la realidad, embarcarte conmigo en una aventura dura pero hermosa... eso, puro amor... lloré mucho, aunque no me hayas visto, mejor dicho, si me viste pero no lo recuerdas, me critico eso, la mirada no cambia, se puede empañar por todo lo que se presenta, incluso puede llenarse de barrotes insensibles para disfrazar, pero eres amor, eso representas cuando te miro, te estudio y fantaseo.
-No me hagas llorar... siempre termino llorando pá.
-Sí tú me has preguntado, tu curiosidad es lo que me sorprendió cuando tenías dos años, terrible potencia en el cuestionamiento, imagínate un ser que solo piensa en mujeres y botellas de líquido mortífero lento. Imagínate a ese tipo de persona con la que no te relacionas, ese era yo, y de pronto, tras nueve meses saliste repleta de cuestiones que me superaban por todos lados. Leía como un burro para poder ser algo más padre, te confieso que sentí limitarte, muchas noches suspiré maldiciendo mi ignorancia, antes no existían los buscadores de internet, esa voracidad implacable había que neutralizarla con respuestas. Gracias a ti soy quien soy, ¿me preguntabas por el camino?, ¿mi mirada en el trayecto hasta hoy?... mírate, ¡mírate en el espejo!, ¿qué voy a decir?, estás perfecta, no dejo de soñar con el abrazo de tu madre y el tuyo... juntos...
-No digas eso, pá, estamos juntos, no voy a dejarte solo...
-Sí lo harás, tienes todo lo que necesitas para volar, te di las alas jóvenes, insanas y supiste volar desde el principio, ahora lo que haces es algo superior y no puedo retenerte, debes irte cuanto antes, como sea, tienes el dinero.
-El valor lo pongo yo... lo que más vale en mi vida... eres tú.
-Calla, me recuerdas a tu ma...dre...
-Se te ha escapado, ¡lo he visto!
-¿Qué?
-Esa lágrima, ¡la he visto!, ¡sí, la he visto!, pequeña, navegando un surco de tu piel, cayendo vergonzosa pero completa.
-No puede ser.
-Sí, es.
-Vete de una vez.

Su sonrisa traspasó su alma en un intento por llevarlo lejos, junto a su madre en algún rincón del ártico, la lluvia comenzaba a marcar la ropa con sus lunares sucios de contaminación. Un vecino se detuvo para saludar, sabía del viaje a Boston, lo de la beca y de la jubilación anticipada de él. Lo pensó durante un instante pero siguió caminando sin quitar ojo, comprendía lo que estaba pasando su compañero de fábrica, eran miles de despidos asistidos por la crisis financiera. Ella cogió su maleta con pegatinas de banderas extranjeras de la tienda de la otra calle y acomodó la tira derecha de su mochila verde con blanco gastado. Su padre se sentó en el primer escalón de la escalera del portal, juntó su mentón con las palmas de sus manos utilizando como soporte sus rodillas gastadas por las miles de horas frente a la línea de montaje. Su sonrisa dibujada por su felicidad continuó regando de amor su mente, fantaseó con vivir en un piso desde el que miraba a las personas como hormigas, ideó una habitación para su comodidad y almacenó los cuadros de su mujer en una recámara adaptada para sus obras, todo eso lo creó en el instante en que ella detenida en el tiempo lo observaba rebasada de amor con el peso de su equipaje flotando sin importarle.

-¡Vete de una vez!, este barrio ya no sabe quien eres.
-¡Sí que lo saben!, soy la hija de Nick el montador, ¡soy la hija de Nick el montador, y estoy orgullosa de mi origen!, que lo sepas papá, nunca me olvidaré de ti.
-Son solo unos meses... luego será otro el que cuide, tranquila, es la vida mi amor, vengo preparándome para esto durante años y mírame.
-Ven aquí hombretón, ven aquí, a ver si lloras como una niña y no podré irme.
-Es imposible, tienes el taxi esperando... el tiempo es...
-...un regalo, pá, eso es el tiempo.
-Llama cuando embarques, no olvides tomar esa pastilla del mareo, ve al baño antes de despegar y suénate los oídos, lo sabes bien, boca abajo y bien fuerte.
-¡Qué sí, pesado!

El claxon retumba con fuerzas potenciado por el recibidor de la casa provocando el ladrido del perro del vecino.

-Vete mi amor, te ayudaría pero mi espalda está matándome, eso, y los nervios que tengo.
-Descuida, no pesa nada, lo que me pesa ahora mismo es el corazón... te amo papá, con todas mis fuerzas... y... gracias.
-No, hija, gracias a ti... ella está junto a ti ahora mismo, vete feliz, lo hiciste muy bien, sé la mejor, demuestra lo que haces, haz de esos ricos unos idiotas, enséñales de donde vienes. Pensaré en ti todos los días, pero lo haré orgulloso, sube, sube que no llegas... siempre al límite, adiós, hasta pronto, cuídate mi amor, estaré al tanto de tu Facebook, lo que sea me envías un mensaje, no llores hermosa mía, no, vete, ¡te amamos!, adiós... adiós._dijo por lo bajo derrumbándose tras dejar de ver el taxi que la esperaba. Inmediatamente supo que debía rehacer los planes, había tanto que hacer, ¿por dónde empezaría un viejo e inútil joven de cuarenta y cinco años?... vio entre su marea de imágenes un glaciar, abrió el portátil y buscó durante unos minutos páginas web´s sobre viajes en barco hasta que dio con un navegante solitario que había colgado un mensaje en un clasificado gratuito hacía nada menos que un minuto. Apuntó el número de móvil y lo llamó sin meditarlo, el corazón le latía infatigable al borde del colapso, sus ojos estaban hinchados de la presión arterial, si podía hablar era de milagro.

-¿Hola?
-Perdona, es que... acabo de leer tu clasificado y me ha parecido interesante asociarme contigo, es una causa digna de representar... perdona mi voz es que...
-No es problema, me asombra lo rápido que has llamado, mi plan era aceptar al primero y juro que no salgo de mi asombro por la rapidez, ¿qué te lleva a viajar conmigo?
-Es que no lo he pensado, es largo de contar.
-Suéltalo, estoy solo, aburrido y ... en alta mar.
-No entiendo.
-Estoy llegando a Rhode Island en tres horas y media, voy a doce nudos y con el trayecto controlado, así que puedes contarme lo que sea.
-Increíble... pues... mi hija acaba de viajar a Boston... a Harvard, y para ser franco, llevo viajando solo desde hace mucho tiempo.
-¿Sí?, dime que embarcación era...
-No, perdona, ha sido una metáfora, llevo solo con un barco de tierra muy difícil de gobernar, y acabo de atracar en mi casa hace unos minutos, me han llegado todas las sensaciones que había deshecho para criar bien a mi pequeña, ella nos dejó cuando nació pero... su regalo me hizo un hombre completo... hasta hoy... sé que aquí no haré nada por el mundo, seré más de lo que hay en cada casa de mi vecindario... necesito retomarme, mi propio camino, reconocerme, y confío tanto en mi intuición que ahora mismo, mientras te cuento esto estoy terminando de hacer mi maleta... una pequeña, con lo básico, no te preocupes por el dinero, tengo, ni por mi, soy educado, respetuoso, me interesa aportar ideas a tu causa y pienso hacerme al mar como me hice a la tierra.
-Quizás amigo, quizás el mar no cueste tanto como la tierra... en dos horas y unos minutos en el muelle, pregunta por el amarre C56... tira las llaves de tu casa... te espera un viaje indeterminado.
-¿Veremos algún glaciar?
-Verás sitios que jamás podrás reproducir en palabras.