jueves, 25 de febrero de 2010

Efecto Faraday.

Estoy sentado en la cama, acabo de tomarme una infusión, mis ojos están congestionados al igual que mis pulmones, toso revolviendo la mucosidad, la luz recorta los objetos para hacerlos existir. Creía, antes de abrir la persiana, que estaba lloviendo y por el contrario el sol medio tapado por las nubes me ha dado un leve respiro. Aún así me siento mal, el oído me tiene atacado de los nervios y esa ropa acumulada en la silla parece respirar, me aguanto, no quiero ir al baño. Escribiría una novela sobre el amor, recorrer el mundo tras la pista de los síntomas y el sistema, cotejaría todos los datos con la ciencia... cierto, Jon me dijo ayer que no "destripe" al amor, que mejor no saber nada, el misterio de los incomprensible y... Jon es pequeño, distraído, con un libro en la mano siempre, trabaja en el cine de un centro comercial y es cuasi periodista, solo le deben el título. Esa bola de ropa acumulada parece respirar de verdad, mis ojos están palpitando. La soledad, no hay títulos sobre la soledad que me inspiren, los haces de luz me cierran la posibilidad de ver, me obligan a bostezar. Dos docenas y poco más de años, experimentando, ¿a dónde me llevan los tigres flotantes que me inspiran cuando viajan por el universo?, ellos están en este mismo instante discutiendo sobre la variable de uno de los fondos de inversión, los otros en la presentación de un disco manufacturado en Haití. ¿Qué hago hoy?, no llueve, no es un día soleado, no soy yo mismo para disfrutar de insignificancias, quiero una llave a mi dormitorio interior, quizás durmiendo dentro de mi otras doce horas pueda descontracturarme de una vez. Esa ropa respira, que no me cuenten otra cosa, ¡lo estoy viendo!, ¿el espejo se tuerce?, es imposible. El espectro electromagnético degenera el escenario para engañarme, me voy a la cocina, no, mejor me quedo quieto, esa ropa se hincha y deshincha como un muerto con respirador artificial. Cierro los ojos, no es constante pero veo unas alas rodéandome que nacen de mi espalda, siento romperse mi cuerpo en dos para permitirlas desplegarse, ¿soy un ángel de ese libro repleto de realidades mágicas?, por momentos me lo creo. ¿El teléfono a esta hora?

-¿Sí?_se me cierran los ojos mientras bostezo.
-Estoy detrás tuyo.
-¿Eh?
-Estoy detrás tuyo.
-¿Eh?
-¡Estoy detrás tuyo!
-No te veo, y tu voz no es de nadie. Detrás tengo a la pared que me sostiene.
-Soy yo y te quiero decir algo importante.
-¿Es que no voy a descansar tranquilo un día entero?
-No soy quien crees.
-Imposible, tengo una agenda con todos sus nombres, quienes conozco están allí.
-Me conoces pero no lo sabes en realidad.
-Tanto misterio, no es un buen día para mantener el silencio tenso de querer asombrar. Estoy bastante molesto y por lo que parece va a ser un día muy largo, vamos suelta lo que tengas que soltar y calla de una vez.
-Él sabe quien eres, yo soy su comunicador.
-¿Quién?
-Él.
-¡Vete a la mierda!, lo que me faltaba, delirios celestiales._me hierve la sangre, esa ropa respira y no estoy loco, el espejo se retuerce, algo no va bien.
-¿Está sucediendo, verdad?
-¡Cállate!
-El silencio es tu mejor aliado, dile a Jon que no se comunique más contigo, Él sabe de ti, no cometas el error de Jon, tu vas a nacer pronto, ya lo verás.
-¿De qué hablas?
-Jon nos engañó, y quiere que tú ocupes su lugar en el mundo.
-¿Y qué lugar es ese?
-Ya lo sabes... cierra los ojos y verás como se repite, duerme, duerme todo lo que puedas, limpia tus ojos, destroza la realidad, la luz te modificará para volverte único, adiós.