miércoles, 3 de marzo de 2010

El final abierto de una muerte sin anuncios ni comentarios.

-Me muerdo los labios, lo gritaría en el metro a las ocho de la mañana, es que me puede, ¿de dónde sacas todas esas cosas?, perdóname, no soy muy... es que me diccionario tiene pocas palabras, mi padre solo nos permitía escuchar sus sesiones de piano absurdas, antes de dormir... uy perdóname, es que no dejo de verlo, tengo la luz apagada para relajarme y mira, no hago más que torturarme, perdona. Te decía, son increíbles, absolutamente absorbentes, esas historias no hacen más que enamorarme._ la habitación olía a semen desparramado con deseo mental.
-Son retazos de lo que puedo transmitirte, contigo desaparecen las muertes que me rodean y los sacos de sangre que veo derramarse día y noche.
-Ya tienes treinta seguidores, hablan de ti en algunos portales, a ver si te vuelves...
-Atentas en contra de mis sentimientos, puedo establecer permisos de acceso, está levantando demasiado vuelo y me incomoda.
-¿Qué?, de eso nada, ¿a qué temes?, tu literatura es un don del mundo, aparte si cierras el acceso muchas personas se encargarán de investigar y llegar a la raíz, eso quizás sea peor. Así de público está bien, yo sé que son para mi, y lo juro Danield, juro por Dios que no hay ningún autor en el mundo que haga tantas modificaciones emocionales en mi cuerpo en cuestión de minutos.
-El sedimento del cual nacen esas vidas son gérmenes del amor, frutos de naturalezas creadas solo para ti, sin tu imagen en mi mente, sin tus acciones mundanas enfrentando las delicias del placer, no habría nada, cabría el átomo de la creación en un cuenco de cristal, sería la contradicción de mi verdadera existencia. Amo tus abrazos que no reconozco tras el paso de la experiencia sensitiva, me deleito con tu voz sin ser receptor de tus sílabas silbadas con el perfume de tu boca._ un silbido intenso pero lejano los dejó en silencio por unos segundos, el retardo, la espera sirvió para comprender las últimas palabras, los dos estaban unidos, a pesar de la verdadera kilométrica distancia.
-Tu blog va a llegar muy lejos Danield, el amor fluye, pero sin esos dibujos que todos los días nos revuelven el estómago, estoy plenamente enamorada, si supiera de ti, si alguna de estas noches fuese la verdadera, esa en la que realmente cumplo mi sueño de conocerte y tocarte definitivamente.
-El amor es el tacto inexistente, nos revuelve, revoluciona, nos obliga a querer destrozarnos los cuerpos buscando el verdadero sentido, aún besándote con la pasión que ahora mismo suelto en mis dedos, aún así me encontraría limitado, frustrado... puedo regalarte millones de besos y caricias al levantarnos en nuestro lecho de amor, podría incluso enseñarte los secretos más profundos de mi mente... pero nunca sería igual, Lilian, estoy dentro tuyo, en esas líneas imaginarias._encendió la luz repleta de lágrimas, golpeando furiosa la almohada, soltando mucosidad sin gesto alguno de limpieza. Derrotada, silenciosa hasta la agonía, giró su cuerpo para acomodarlo suavemente sobre la sábana azul aterciopelada, al hacerlo el perfume la invadió retornándola en una de sus historias favoritas.
-¿Y el día que te mueras?, no habrá más historias para enlazarme con tu alma.
-Ese día, vestirás de blanco, caminarás por una playa de rocas volcánicas y leerás desde el principio cada una de aquellas epopeyas sexuales.
-Eres... me duelen los ojos de llorar, me arden, Danield... tengo una pregunta, no quiero que te incomodes.
-Dime, no hay nada que me deje fuera de éste círculo perfecto trazado a nuestro alrededor.
-¿Eres Danield realmente?, digo, ¿vives en Cranbrook?
-Ya hemos hablado sobre esto Lilian.
-Pero.
-No hay excusas, es un tema que me deja en un camino incierto entre el abismo de la desconfianza y la pared de un amor mundano.
-¡Perdona!, perdona, me pongo un poco estúpida cuando lloro, me duele la cabeza, necesito comer unas galletas, las de limón que me preparaba mi madre, oh, cómo la extraño, ¡quiero verte!, no es justo que viva así, encerrada sin comer ni dormir... esperando que tus historias me devuelvan la vida... no puedo vivir de las letras, me siento enferma Danield.
-¿No has oído algo?, estás atenta a mi suspiro y no al ordenador.
-¿Qué?, ¿¡qué es!?, ¿un regalo?
-Es más que eso, es tu ración... debo irme, no puedo seguir hablando, creo que...
-¿Qué?, ¿Danield?, me preocupas, ¿qué sucede?
-Nada, lee, sueña, anida toda esa energía en un motivo que te haga respirar de nuevo.
-Sin ti, ¿Danield?, ¿te has ido?... no puedo moverme, necesito ayuda, ¡Danield!, no cuelgues mi amor, necesito ayuda, ya no puedo vivir de las letras... no más... ¿podré encontrarte allí?, ¡háblame Danield!, ¿mi amor?... ya no puedo comer letras, no existen más que en mis pensamientos, muero de amor Danield..._ el borde del teléfono golpeó su rostro de piel y huesos, sus ojos se entrecerraron buscando lectura mientras que sus piernas se vencieron sin fuerza alguna para andar... entre apagones fugaces y líneas entre imágenes distorsionadas por el mal funcionamiento supo que la última historia no era precisamente la actualización del blog...
-¿¡Harold!?, sube, ya tienes la cena preparada, ¡Harold!, las niñas te esperan... ¿¡Y qué te dije de la limpieza!?, huele a mil demonios, ¡como se me ocurra bajar, ya verás la que te espera!
-Ya estoy, ponme el plato sobre la mesa que cuando termine de echar humo estaré allí.
-Más te vale._subió sus pantalones haciendo ruido con el cinturón, limpió rápidamente los restos de su semen sobre la camiseta blanca y bostezó cansado de la oscuridad. En el brillo del ordenador volvió a leer las últimas palabras de su actualización... pensó en el verdadero nombre que ella tanto le pedía desde hacía ya nueve años, sonrió viéndola caminar sobre un cesped amarillo similar al de su vecino en otoño, sonrió desprendiendo una leve sensación de relleno sintomático pasajero que se le disipó tras subir el tercer escalón hacia la planta baja de su hogar, donde le esperaba su verdadera vida reiterativa e insuficiente.