domingo, 21 de marzo de 2010

El mar en una botella de ron.

Me hierven los ojos, su acento me incomoda, el acento de mi consciencia, ¿cuándo tomó referencias de otros pueblos para aniquilar mi propia identidad?, los caracoles me hacen acordar al mar, su geometría playera, no lo sé. Allí fuera estallan los cristales del calor, algunos gritan hasta ahogarse en sus sudores, la presión de la atmósfera que mantenemos en esta sala me anula por completo, o al menos está a punto de hacerlo.

-No te muerdas el labio, puedes infectarlo, ¿has pensado en dejar de respirar?
-Me... cuesta... hablar... no..._otro más, cuando abro las puertas entra el viento solar y termina por incendiar parte de la sala que esperaba ser desintegrada por las calorías universales.

Desde mi nacimiento me vi envuelto en miles de posibles muertes a manos de la naturaleza pero ninguna acusaba al sol de tamaño desastre, lo común, apelaba a la sangre brotando por la gracia de un disparo, una lanza, un golpe o un cristal en el sitio menos indicado, pero nada se acercaba al poder del sol. Es que lo veíamos en tantas películas que no tenía mérito imaginar algo tan digerido. Ahora que lo recuerdo, en varias noches me levanté al borde del ahogamiento, tosiendo con la garganta seca, no dejo de encontrarme en ese instante en que creía que moría aún siendo consciente del mal sueño. El rugido de las nuevas explosiones llegan hasta aquí, estoy a salvo mientras resista, serán solo unos minutos, quizás miles pero no más. De niño miraba el cielo en vez de dormir la siesta, todo era quietud en mi pueblo, la brisa meciendo árboles y las hojas chasqueando como palmadas suaves de aliento. Pensaba que el cielo era el suelo infinito en el que evitábamos caminar, ahora solo veo llamas comer los siglos de conocimiento, ¿qué hacer contra el calor?, todo está fundiéndose, ya no sé si los artistas que tanto admiré tenían mucho sentido en este escenario.

-¡Solo!, ¡bien solo!, ¿pasa algo?, ¿quieren mis cenizas para los que lleguen en un millón de años?, todas las manifestaciones podrán acercarme al epicentro de la creación... ¡No estoy solo!, me acompañan ellos, ¡no respiran el calor porque prefieren soñar con agua!_es probable que el sueño sea parte de mi psique infantil, es probable que sea una tarde de aquella en la cama con el pie sobre la rodilla, rascando mis dedos con las frazadas cuadriculadas de dos colores, hay una relación directa entre mis pensamientos y lo que pienso realmente antes de formularlo como valor de lógica. ¿Soy yo?, ¿¡esa voz aflautada y con acento extranjero soy yo!?

El calor me obliga a olvidarme, siento como se deshacen mis dedos, se cae mi labio inferior, no puedo hablar... se funden mis harapos... la vida recién comienza.