domingo, 8 de febrero de 2009

John Badiou

No puedo terminar de leer la carta que acaba de llegar a mi puerta, oigo a los niños jugar fuera, he llegado de la universidad hace unos momentos; no han pasado ni dos horas.
Mis hijas todavía no llegan y mi mujer está de camino, he preparado una infusión que nos gusta compartir, es una infusión que se bebe con una pajita, y el cuenco se rellena y se comparte con amigos, con quién lo desees, nos gusta beberla desde nuestro último viaje a Perú. 
La carta está deshecha sobre mis zapatos, la brisa revuelve papelitos por el aire,  yo estoy escuchando esos niños jugar y pienso en mis niñas, en como serán de adultas, se me hace un nudo en el estómago de pensarlas follando, me duele saberlas incompletas. Acabo de destruir esa carta con odio, me detesto a mi mismo, no puedo soportarme de pie, me arrodillo, me hago una bola deforme sobre el suelo.
Pienso, lee mis pensamientos.
-Esos hijos de puta no pueden tomar mi cuerpo y hacer lo que quieran, no tienen derecho, mis hijas, ¿Qué les digo?, son tan pequeñas, no comprenderían que una vida puede significar mucho para tanta gente. Isabel me va a odiar si lo hago, va a pensar que las dejo solas en un mundo injusto, y no van a estar felices por mi buena acción, estoy seguro. Mis vecinos van a hablar de mi hasta la muerte, todos sabrán mi apellido pero mi nombre seguramente será menos repetido, como Bell. En mi clase mis alumnos siempre me escucharon hablar del cambio, de lo nuevo, siempre les recomendé dar todo por mejorar a la humanidad, darle una retribución, un cambio justo.
Yo soy ese cambio del que hablé tantas tardes, pero no quiero despojarme de mis días, de mis soles al atardecer con Isabel, relajados, sonriendo, siendo jóvenes. Me rehuso a donar mis pensamientos a quienes no los valoren, no hice nada de mí, todos mis sueños no los cumplí, no soy un ser realizado, y creo que nunca lo seré, pero amo vivir, mi vida es insignificante, imperfecta; Por momentos soy odioso, en otros sonrío por horas, me considero inteligente, dialogo con los ancianos, los escucho y les doy ánimos siempre. Mis amigos me adoran, yo a ellos con igual intensidad, sé que soy el núcleo de toda mi familia y no puedo dejar de existir porque un infortunio del azar me eligió a mi como anomalía reparadora. Los médicos conspiran contra mí desde hace unas semanas, la presión y el estress me tienen muy agobiado, desespero todos lo días a todas horas, miro el mundo sin pensar mas que en verlo desaparecer, a todos aquellos que están enfermos destruirlos para contemplar un mundo sano y repleto de vida rebosante. 
Mis pensamientos se cierran en mi mente.
Estoy tirado en el suelo, llorando, excitado, ansioso y sin saber hacia donde ir, que decir, que hacer, me obligan a entregarme, me dicen que tengo unas horas para hacerlo de forma voluntaria, de lo contrario me espera un acoso horrible, una destrucción pública desmedida, mucho peor que las plazas del medio evo,  o de los riscos de matanzas y alabanzas. Sé que pueden destruirme con los medios, tienen todas las  armas para coaccionar en mi contra. La carta se vuela con la brisa, no desaparece el dolor que siento en mi estómago, la desesperación infernal de saber que soy una mierda, un ser que no soporta sentir la envidia de la vida  en otros. Odio la simpleza de todos los seres que ahora mismo coexisten deborándose unos con otros, las enfermedades son terribles pero también son parte de la existencia, de la evolución incluso, nos ofrecen oportunidades para elaborar con inteligencia nuevas bases de conocimiento, nos hace mejores y mas preparados. No soporto el calor en mi rostro, sudo mucho mis manos, pies y cuello, el cabello se me pega, caen gotas en mis ojos, vomito las verduras que acabo de comer, siento la acidez en mi garganta y en mi nariz, estornudo, siento cachos de verduras que no puedo tragar para deglutirlas como debe ser, o como es normal.
Me siento el hombre mas desafortunado del planeta, acabo de ensuciar mis manos con mi propio vomito, lloro y veo las palabras de la carta una y otra vez, me pesa la cabeza, me duele dentro, no puedo describir que es lo que siento, es como romperse entero, romper el alma, no hay palabra que describa mi destrucción.
Mis pensamientos, se abren.
-Hijos de puta, gobierno de mierda, mentiras y mentiras, ¿ Por qué no dan la cura contra el hambre?, hijos de puta, no debería de existir la jet set, es descaradamente infame lo que nos representa todos los días, y nosotros cómodos, con nuestros televisores de plasma, nuestro ordenador con internet y nuestras hijas en el colegio privado. Tambíen la cenas que nos damos todos los fines de semana en nuestro restaurante favorito frente al mar. Me avergüenzo de ser humano, de sentir como humano, de comer como humano, de ser tan insignificante y creerme un universo. Me  doy pena por generar ambición en mis alumnos, defendiendo la idea de la creación y la inteligencia como modo de vida. Me doy asco aquí, tirado en el suelo de mi propia casa, oliendo el hedor de mis fluidos corporales.
Se cierran mis pensamientos.
Tengo una hora, mi reloj se acaba de detener, extrañamente se detienen sus manecillas, voy al baño, mojo mi boca, la enjuago, recuerdo un pasaje del gran libro Hebreo. Grito asqueado de la ansiedad insoportable, nace en mi una envidia detestable contra mis congéneres, nace odio de donde nació amor, me duele el alma. Veo ojos, sonrisas, ojos, manos pequeñas, abrazos, lágrimas de felicidad, de muerte. Pienso en la maldita carta. Mis hijas no podrán vivir sabiendo que su padre fue una mierda sin sentimientos, no tengo tiempo para escribir lo que me rodea, ni para grabar en video todo lo que ahora siento, sé que no me entenderían, y que corro mas peligro de que en los medios utilicen todo lo que tengan para hundirme hasta la muerte. Se me ocurre desaparecer.
Abro mis pensamientos.
-Puedo coger el coche, la estación de tren está a unos veinte minutos, dejo el coche con las llaves y cruzo la frontera que está a una hora en tren, luego cojo el primer avión que me deje en el lugar mas extremo que pueda existir, y hago de mi, otra persona, me olvido de Isabel, de Lourdes y María, destruyo todos mis recuerdos con la nueva información que me atontará, la necesidad de comer y sobrevivir me hará pasar años sin volver a recordar este momento. 
Cierro mis pensamientos.
Vomito nuestra cama, me meo encima, siento el calor en mis pantalones, luego un frío suave y refrigerante. Mis alumnos hablan de mí, oigo como hablarán de mi al escuchar las noticias. Esas palabras no me gustan, pueden ser muy crueles, lo son realmente, dicen todo lo que no puedo soportar, me veo como un asesino. 
La carta destruida vuela por la sala , desordenada y removida por mí, miro como esos papeles danzan una música que no puedo comprender, la música de la vida, del mundo que se encuentra gobernado por leyes naturales, leyes que en su conjunto controlan el universo. Lloro demasiado fregando con mi mano derecha mi frente, apretando todo lo mas fuerte, queriendo quitarme la pena de sufrir un infierno en un lugar tan bonito, mi casa.
Quedan unos minutos, Isabel no tardará en llegar, las niñas lo harán luego, lo hacen siempre, por Dios, amo vivir así, secuencialmente, esperando cada día llegar a mis tres amores, lloro en demasía sabiéndome muerto en un breve espacio de tiempo.
Recuerdo la carta, releo.
Estimado... "Tras los estudios pertinentes... " ... sus "cualidades físicas únicas lo hacen el único candidato..." ... sentimos informarle que tiene el derecho de expresar su opinión, pero creemos oportuno que comprenda que la gloria tras su desición comenzará a disfrutarla en vida y luego en su muerte fecundará en la historia un mensaje para el futuro, un mensaje de amor y paz, de lucha y entrega, de amor a la humanidad..." " ... sepa usted señor que de lo contrario no podremos controlar los infortunios y malestares futuros que pueda ocasionar la publicación de su historia a todos los medios del mundo..." " lo dijo  Sócrates junto a Critón en su celda ..." "... No hay peor castigo que el ... ". Hijos de puta, el desarraigo, la muerte para mí no es la solución, como se puede valorar así la vida de una persona, decido vivir, no pueden condenarme a la muerte, pero si vivo, el calvario será peor. Hay millones de personas que harían con mi cuerpo muchas atrocidades antes de entregarlo a los médicos. No comprendo toda la presión que ejerce el planeta sobre mi, la gravedad es tan ínfimamente angustiosa, el poder de aquellos que desearan mi muerte, me buscarán y querrán capturarme, me utilizarán posiblemente para orquestar nuevos enfrentamientos, nuevos tratados, dinero, mierda, mi cuerpo vendido, comprado, vendido, destruido, sobrevalorado como el oro y el petróleo.
 Mis pensamientos se abren.
-Le digo: Isabel, voy a morir, los médicos me han dado  tres meses, no hay nada que hacer, mi cuerpo no podrá aguantar mas. Sus ojos seguramente se cerrarán, me abrazará, me dirá que me ama, me acompañará con su mano pegada a la mía, me hará sentir el hombre más afortunado de la tierra y me dará, incluso, ganas de morirme.
Cierro mis pensamientos.
Isabel se detiene en la puerta, corre hacia mí, mientras ve los papeles, mis vómitos, mi desorden de furia, me pregunta que me sucede, no puedo ni mirarla, he esperado por ella mucho tiempo, llevo dos horas infinitas.
No tengo más remedio que contarle.
Abro mi diálogo.
-Amor, no puedo ocultarte nada, ves esos papeles._ digo mientras señalo la carta destruida, desparramada por toda la sala.
-¿Qué sucede cariño?, ¿Por qué lloras tanto?_ me dice dulce, amable, risueña hasta en los peores momentos.
-Recuerdas que el año anterior tuve un malestar que duró todo el año.
-Pero eso ha pasado, lo has pasado mal, pero ya está superado.
-No, no, es que mi malestar, era un cáncer, debería de estar muerto._ le digo con mi estupor explotar hacia afuera.
-¿De qué hablas?, no puede ser, estás equivocado, deja ya de hacer esto, debemos llamar a emergencias.
-Ya lo he hecho. Isabel, siéntate, esto es muchísimo mas difícil para mí, déjame que te cuente todo.
-Está bien, pero rápido por favor, las niñas vienen en camino._ dice sin comprender. 
-Fui al médico hace seis meses, me dieron chequeos rutinarios, los hice, fue cuando ustedes tres estuvieron en lo de tu madre, no quise alarmarte, realmente había superado todo el trauma y preferí no mencionarte nada. Volví días después a las clases de la universidad, pero algo dentro de mí me hizo recordar el dolor dentro mío, en mis ojos, mis piernas, mis pulmones, mi corazón, mis venas, mi cuello, mis manos, todo mi cuerpo volvió a estremecerse. Supe escapar del malestar y fui a buscar los análisis días de después. Fue realmente el peor momento de mi vida, los médicos me diagnosticaron cáncer fulminante, al principio me resigné, recordé los casos en mi familia y me di por vencido o reinado. Pasé realmente la peor noche de mi vida, solo, extrañandolas, me retorcí de dolor, leí la metamorfosis de Kafka y lloré por horas, pedí por ustedes y por mi mamá. Pensé, no puedo mentirte, en matarme, de cortarme entero, pensé en viajar y morir solo, para que no me vean perecer mis niñas dejándoles un trauma asqueroso hacia la vida. Me emborraché y toqué el piano toda la noche, mis pensamientos no los recuerdo, solo puedo contarte que al despertar sonó el teléfono de la habitación, era mi móvil y en el se hallaban las voces de los médicos que me habían destrozado la vida. Me dijeron que debía ir urgente al hospital, que habían descubierto algo asombroso, que debía sentirme bien. Lo hice y casi sin creérmelo conduje medio borracho hasta el hospital, donde me comunicaron que era el único ser que había logrado crear un sistema  de defensa netamente natural con el cual podía destruir el cáncer en solo unas horas, eso iluminó mi vida en un instante que nunca podré narrar, seguido de esa felicidad desmedida supe que lo peor vendría luego. Los doctores me advirtieron que informarían a la comunidad científica y que eso conllevaría seguramente un acto de caridad con el mundo, según ellos no podían despojar por una vida la solución a millones de enfermos en el mundo. Me explicaron todo el mal que la enfermedad hizo en los últimos siglos, intentaron lavarme el cerebro, convencerme de perder mi vida por eso. Me rehusé y volví a mi vida, volvieron ustedes y pasaron dos meses. Me acosaron, me intimaron, el gobierno comenzó desde aquél día hasta hoy una persecución silenciosa, psicológica, para que me entregue por mi voluntad y puedan estudiarme. ¿Entiendes Isabel?, dejarlas, morirme, mi amor, hace dos horas me ha llegado la última carta, vendrán a por mí, es legal, y no sé que hacer.
Odio el momento en que visité a esos médicos, me aborrezco por confiar en el sistema, envidio la vida del resto de las personas, y no sé que hacer, no quiero morir mi amor, quiero verlas envejecer, quiero que bebamos nuestras infusiones, quiero ver como crecen mis alumnos. 
-Debes hacer el bien, debes entregarte, te amamos, eres nuestro héroe, dame tu mano. _ acaba de cumplirse mi profecía, no me decepciona, Isabel me hará el hombre más afortunado del planeta, aunque mi muerte no signifique más que un intento en vano por destrozar uno de los tantos males que abarrotan la existencia de la humanidad en este planeta, mis átomos se recompondrán en algo sumamente bonito y perfecto, allí alojaré mis pensamientos, mis deseos y pronto podré volver a ver a mis tres amores.
Cierro el diálogo.
Nos fundimos en uno, nos quedamos abrazados para recibir a los médicos, policía y prensa de todo el mundo, los sonidos no puedo describirlos, solo sé que mi estómago ha dejado de dolerme, que mi sensación de completitud se ha rehecho, se abren mis fosas nasales y huelo las flores de mi jardín. 
Alguien se acerca, nosotros no nos desprendemos, preferimos congelarnos, Isabel quizás ya lo sabía,no se lo preguntaré, no tiene importancia la traición, amo a esta mujer.
-¿Señor John Badiou?, mi nombre es Allan Conauger, en nombre de su comunidad y del estado, damos las gracias por su coraje y entereza. Puede usted, si lo desea, responder algunas preguntas antes de marchar, no olvide que sus últimas palabras harán historia, sea prudente.
Acabo de oirlo, abro los ojos, reconozco su rostro, no logro saber de donde, quizás me siguió. Desde aquí se ven todos los periodistas luchando con la policía, también el vallado y la furgoneta abierta para llevarme a mi destrucción. 
Suelto a Isabel cruelmente, me recompongo y no miro hacia atrás, no sé cuales serán mis palabras, veo luces muy fuertes, muy blancas, veo siluetas, sombras, quizás aquellas sombras sean el nuevo mundo que me espera, estoy temblando por dentro.

Boston Massachusetts, New Braintree Old Common Rd 123.
May 1973.

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