lunes, 16 de febrero de 2009
Le écrivain.
viernes, 13 de febrero de 2009
Balham.
Etienne Vallois.
lunes, 9 de febrero de 2009
Clark Hunt y los 27.
domingo, 8 de febrero de 2009
John Badiou
sábado, 7 de febrero de 2009
Ne me quitte pas.
jueves, 5 de febrero de 2009
From Leicester square.
Tiene el cuello muy largo, como si quisiera tocar el cielo con la nariz. Podría ser de cualquier país europeo, tiene cierta elegancia al sentarse con las piernas cruzadas. Es seguramente una mujer muy limpia, algo retraída, quizás le falten dos muelas, eso nunca se ve. Me gustaría verla reír ahora mismo, pero la gente la miraría extrañada, y no quiero que eso suceda, es muy bonita para sentir vergüenza. No me ha mirado siquiera una vez, tengo mis ojos clavados en su escote cuidado, pero muy sugerente, tiene un lunar en la teta derecha que me gusta muchísimo. Podría decirle algo, pero tendría que pararme, hacer equilibrio y no pienso hacer el ridículo yo tampoco.
-¿Me puede dejar sentar?_ dice una señora entrada en la tercera fase de la edad, me sacude para que le conteste rápido. Me hago el dormido, ¡no para esta mujer!, tendré que pararme, estoy algo cansado para ser tan cortés. -¡Sí!, es que estaba dormido, perdone señora._ parece no creerme nadie, estoy haciendo el ridículo, ella me mira y sonríe. –Si claro, déjeme joven de una vez que me duelen las piernas._ me levanto, cargo mi mochila a la espalda, sostengo el libro que he dejado de leer hace unos minutos, por pensar con la mirada, más bien por pensar en follarme a esa tía.
Ahora me mira como si quisiese algo conmigo, lo dudo, obviamente no puede ser cierto, mi ridículo ha sido absurdo pero ha captado cierta atención. Estornudo sin previo aviso de mi cuerpo, ahora estoy rojo y pidiendo perdón, el pobre está lleno de mis gérmenes. Alguien abre la ventanilla, y algunos más repiten la misma acción, es inevitable.
Es un día que no tiene más que clonaciones, el clima se repite y continua siendo una mierda, gris, frío y sin sonidos más que el de los coches. Londres hoy es muy aburrido, no suele ser así, quizás yo estoy aburrido y por eso paseo en un autobús turístico, para leer tranquilo. Ahora hay otra mujer, esta habla por el micrófono, es monótona, su tono de voz me duerme los oídos, ella me mira. Me acerco, alguien ha dejado el asiento de la ventanilla para ver algo por el otro lateral del autobús, seguro quiere ver la noria del futuro. Estamos sobre el puente que une dos monumentos, estamos cerca de un parque importante, ya estoy sentado aquí, junto a ella. Me palpita el corazón, igual es una sensación de ansiedad, lo cierto es que tengo calor, me sudan los pies y las manos, se me para el pene y me caliento mucho, ya la imagino desnuda y metiéndosela muy suave, puedo sentir la sensación de calor allí debajo. Me palpita de calor el rostro, y creo que ella también está muy excitada, lo siento, es esa condición animal que nos posee y nos apasiona de una manera casi incontrolable. Estoy calmado, nos mira un niño, creo que hice algún gesto, lo que es peor, estoy con la mano que sostiene el libro raspando constantemente sobre mi sensibilidad, parece que el libro tapa poco, o yo soy muy poco disimulado.
Suspiro, y hago un mundo con ella, no puedo evitarlo, hace tiempo que no sentía algo así, se cómo termina todo, pero tengo una calentura enorme, que me come por dentro. ¿Qué le digo?, siempre que me sucede esto, no hago nada, y soy muy lento, cortejo poco a poco, como si fuera una paloma, y el tiempo es mi peor arma, se me va de las manos, se deshace como el chocolate en verano. Ella toca su cuello de jirafa, solo le faltan las manchas de color, ¡es tan femenina! Creo que es un signo, para avanzar, o algo así. Ahora su mano recorre su falda y no puedo evitar girar mi cuello entero y mirarla directamente al oído, o a su perfil. No se mueve, yo tiemblo, miro hacia delante, estamos pasando por la fachada del National portrait gallery. Se avecina una parada, me roza con el codo, se juntan los dos brazos, reunimos calor, esta sensación me encanta, mis pálpitos son aun más rápidos. Yo le pido fuego, aunque no fumo, no, definitivamente no, no fumo y no quiero hacer el ridículo.
Bajo la mano izquierda que le roza el brazo para tocarle la mano.
Estoy junto a sus dedos y siento que puedo hacer todo, que soy capaz de lo que me propongo, ahora si pienso en un hijo, y el rostro unido de nosotros dos. Soy padre por un instante, me gusta.
Se para, se abre la puerta, -¡No!, ¡No te vayas!_ pienso, pero no puedo decirle nada, es lo de siempre, el tiempo, el chocolate derretido en mis manos.
El autobús continua, la mujer del micrófono también, me siento un idiota, rápidamente apunto la intersección de las calles, por si vuelvo a verla. Es posible, creo, quiero bajar, pero ya no hay parada. Pienso entonces en caminar la ciudad, mejor no pienso en nada, leer, menos, este libro es una mierda, solo me gusta la portada. Espero poder cruzarla en alguna intersección, quizás pueda hablarle, contarle que podemos hacer grandes cosas juntos.
Soy un imbécil, soy un enamorado de las oportunidades.
NOSFERATU, LUCIFER O PICASSO.
En la vida dicen que la realidad continuamente nos trata de aplastar. En los intricados pensares noto esas fugases y efímeras señales de que la realidad intenta absorberme.
Los galopantes de la monoteidad, los jinetes de la continuidad familiar, en su conjunto, no son más que un punto espacial en eso de pervivir, algo tan mínimo que no afecta o no me afecta.
Esa maldita mancha me aprieta las ideas del futuro, hay algo que no es la droga, será el amor efímero de cada noche, en cada bar.
Y leo joyce, pero nada sucede. Corrijo textos de Nielsen, pero no importa, soy de las personas que no aman. Escuché en alguna pálida noche, por algún pálido habitante, que el amor está compuesto por dos vocales , dos consonantes y dos idiotas.
Dejo eso a los débiles o a Galeano.
En la pintura dadá no hay nada, en el manifiesto mas palabras que en la Biblia.
Schwitters me sugiere un perfil en su psiquiatra del siglo xx pero no me interesa el collage. la inerte (por suerte) imagen de la visión introspectiva del señor influenciador deja un vacío, como en el tiempo derretido, como los gritos desgarradores, el juego de niños y sus crayones, las escaleras en todas direcciones y sentidos.
(Suena el timbre en el corredor, algo suena mas fuerte que la campana, algo bulle en la puerta)
- Señor William!!! Abra la puerta, ¡¡abra la puerta!!.
Maldito ruido, dejen de gritar enfermos. Siempre dejo unas huellas en ellas pero nadie entiende que mi amor deja marcas. Mi pecado es vivir en la singularidad de un símil agujero negro que me dilata y me enseña el tiempo, presentizandolo todo.
Se van a ir y voy a morir desangrado en una zanja oscura cerca del río y su puente.
…
De física entiendo toda la mecánica que todavía ni siquiera existe, eso de los quantos. Mi momento es hoy, mi pasado, recién, justo hace un instante. De la naturaleza debo lo que escribo, algo de muerte y sangre. Lujuria , dolor, espanto, cosas de las que no supere al verles.
Ayune 40 días deseando olvidar pero alguien me gano, el artista del hambre que dejo su vida en la desnutrición.
De oficios no entiendo, de lectura, venganza y entretenimiento soy experto, igualmente sin vivir de ello.
Por culto me amenazaron, me quemaron, cortaron. En fin, torturas de un Poe ensañado conmigo.
Mi casa es la luz, es el sol. Las manchas de humedad los cuadros y pinturas La pared, toda la tierra que rodea el cuadrado…
-Salga William, ¡¡¡su condena lo espera!!!.
(En la entrada, junto al jardín la gente se agolpa como en la miel las abejas. Gritan, piden justicia, dicen que es el disector de las mujeres prostitutas que las viola, mutila y quema. Entre el tumulto una persona agita fervientemente una botella con un pañuelo en su pico, en su rostro la indignación es su expresión más clara. Agita y sin vacilación algunas lanza la botella _Esta vez, encendida en el cuello de cristal, impacta contra la ventana superior del primer piso de la casona.).
… El decorado junto a los instrumentos la cultura, entera y en su esplendor.
Quien osa quemar mi vida!. No se dan por vencido. Malditos cobardes, con un solo golpe hubiera bastado, con una golpiza me habría quedado tranquilo, pero tienen que encender la llama en mi lugar, en mi cuarto, donde los vi crecer, morir y hasta matar.
Indignos de la venganza, suelen ser ustedes quienes pidieron piedad. De la verdad me guardo el rencor, del pasado un largo suspiro.
(la ventana trasera facilita el escape, no posee la articulación normal, se ve algo distinto a lo normal, su pata peluda enseña un leve cicatriz, y su feble talón al elevarse rompe la mampostería, se trata de un animal de ambigua presencia, algo que rosa el limite tolerable de belleza. Salta y con velocidad proporcionalmente acelerada va rumbo al rio junto al puente que lo acompaña.
Alto ahí!. Que quieres!. William, hoy no escaparas, la gente te vio sabe de ti. Quien eres acaso Dios, jajaja. El que te ordena frenar la muerte. Nunca, de que viviría toda esa desgraciada e hipócrita gente, todos matan, flagelan. Mira el único motivo es la vida, no digas como solo as a un lado tu ambigüedad. Nunca, moriré porque lo entiendo así como en mi presente caída. Caída?. Nadie entiende el engranaje, nadie mira la divinidad en el ser, en el cuerpo abierto a mis ojos, no mereces mas que la ignorancia. Mira me cansas y te mato, entiende?, mato su presente, lo dejo desangrar. Claro! Rápido que llegan!.
(puñal en mano inserta en la altura del corazón el acero quirúrgico, William mira hacia arriba donde el manto oscuro de nubes iluminado por la luna es el fondo en movimiento del rostro del indigno que osa matarlo. Baja su mirada, escupe tierra, sal, observa su mano peluda, comprende con estupor que la muerte ha llegado a él. Su cuerpo reposándose, acomodándose deja derramar toda su sangre.
La muchedumbre llega y la visión de rojo intenso es su venganza materializada. Alguien esgrime una palabra. Azótenlo!, nadie duda en golpear el inerte estado del cuerpo que con los golpes desaparece poco a poco de la vegetación, junto al río y su puente.